jueves, 15 de noviembre de 2012

¿QUÉ ME HAS HECHO QUE NO ME HABLAS? CURIOSO CASO PROTAGONIZADO POR LA SOCIEDAD DEPORTIVA DE CAZADORES “VIRGEN DE GRACIA” DE EL RONQUILLO (SEVILLA)


En los tiempos en que estuvo de veterinario en Monesterio Manuel Barreto, “El Portugués”, como le decíamos sus amigos, dada su condición de natural de Villanueva del Fresno (Badajoz), antes, siglo XVII,  “Vila Nova de Portugal”, me llamó la atención un dicho curioso que me soltó en una ocasión: “Qué me has hecho que no me hablas”. Aludía a que un individuo le había hecho una charranada y como consecuencia de ello le había dejado de hablar. Me llamó enormemente la atención el dicho y el hecho.
Siempre había creído, con cierto sentido común, que las personas se enfadaban al recibir de otro una charranada o engaño. ¡Pero no!, suele suceder comúnmente lo contrario. Alguien te hace una jugada y seguidamente, no contento con haberte hecho “la pascua”, se enfada contigo. También le suele suceder al que presta dinero a un amigo; si en un momento determinado le reclama la deuda, tiene muchas probabilidades de perder el amigo y el dinero.
Viene esto a cuento de lo ocurrido en la montería del día 20 de Octubre pasado organizada por la Sociedad Deportiva de Cazadores Virgen de Gracia de El Ronquillo, concretamente en la mancha denominada "Pajares-Prestín", armada “Esparragoso”, del término municipal de Almadén de la Plata (Sevilla). Parece ser, según comunicación de Curro, rehalero que me cede su puesto mediante pago del mismo, que me han declarado persona “non grata” para la sociedad, con lo cual presupongo y confirmo mi falta de asistencia para otras dos monterías concertadas con ellos: sábados 24 de Noviembre y  12 de Enero.
Lo acaecido está meridianamente expuesto en el post de fecha 12/11/2012, en el que me limito a expresar los hechos ocurridos sin ánimo de perjudicar a nadie y que paso a resumir en los siguientes puntos, a pesar de que pueda ser algo reiterativo:

1º. Celebración del sorteo el día anterior: no tengo nada en contra sobre que el sorteo se celebre con anterioridad, aunque opino que no es en absoluto necesario. Pero esta acción dice poco en relación a la ética de la organización. Por otra parte si ya ganaron tiempo con esta acción, porqué quieren ganar más, parece recochineo, citándote a las 8 de la mañana. Hay algo que está muy claro, como es el hecho de que los forasteros que compren una puerta, bien directamente o a través de alguna rehala, ya tienen bastante con la cochada y madrugón de la mañana de la montería como para tener que desplazarse también el día antes para acudir al sorteo. No estoy presuponiendo nada, pero esta cuestión la saben perfectamente las organizaciones de caza. Por otra parte, en multitud de monterías, como esta, denominadas de “medio pelo”,  se suele citar al personal a las 9, se celebra el sorteo “in situ”, en presencia de todo el mudo, y si la organización funciona medianamente bien, a las 9 ½, 10 máximo, puede y debe estar en marcha la primera armada. Pues bien, la primera armada en ponerse en marcha fue precisamente la mía, “El Esparragoso”, casi a las 10 ½.

2º. El postor: Llegué a “El Ronquillo” a las 8 ½ justas, media hora tarde. Personado en el lugar de la cita, salida del pueblo, N-630 enfrente del puesto de socorro de la Cruz Roja, al no hallar a nadie, me voy al pueblo a tomar un café con churros. Tanto fuera como dentro del bar,  está atestado de cazadores. Todos van a la misma montería, al igual que yo. Sobre las nueve vuelvo al lugar de la cita, pregunto por el Sr. Pérez, encargado de la organización, a un señor que está dentro de un coche, esperando, y me señala un coche que acaba de llegar:
- Es ese que acaba de llegar, me indica.
De entrada, el organizador acude a la cita una hora tarde. Me doy  a conocer y me entrega la papeleta con la que he sido “agraciado” en el sorteo celebrado el día anterior, en la que figura armada “Esparragoso”, puesto nº 5, hora de salida la 9,00 y el postor responde al nombre de Enrique Jiménez Díaz, el cual en ese momento tampoco está presente. Pasados unos cinco minutos me dirigimos a otro Sr., no veíamos al Sr. Pérez, para indagar sobre nuestro postor y cual sería mi sorpresa al contestar:
- Yo soy Enrique Jiménez
- Soy el nº 5 de la armada “Esparragoso”, le contesto
- De acuerdo, no os despistéis mucho que enseguida salimos.

3º. El “impostor”: pasa el tiempo, nuestro “postor” ha desaparecido y procuro volver a contactar aunque sin éxito. Compruebo que hay también cazadores que van a la misma armada, lo cual me tranquiliza. Sobre las 9 ½ llama la atención un individuo sobre la armada “Esparragoso” y se erige en el postor de la misma. No es cazador, no tiene pinta, para mí, en principio se está haciendo pasar por el verdadero postor, de ahí la palabra “impostor”, dicha sin ánimo alguno de ofender. Según sus palabras, el postor no puede acudir por enfermedad. Debería haber sido el Sr. Pérez el encargado de avisarnos del cambio, por demás bastante repentino, si no sospechoso.

4º. La hora de salida:  pues bien, dados los acontecimientos e incidencias producidas, la armada que debería haber salido a las 9,00 horas, algo intempestiva para mi gusto, no sale hasta bien pasadas las 10, casi 10 ½, por otra parte buena hora.

5º. La armada “Esparragoso”: ya califiqué la armada de innecesaria y peligrosa. El arroyo “Esparragoso”, más bien barranco, constituye un verdadero cañón con desniveles de más de diez metros y pendientes próximas, en bastantes ocasiones a la vertical.
Un resbalón, muy probable, dadas las lluvias recientes hubiera supuesto una  caída al fondo del barranco con consecuencias que más vale no pensar. El postor, joven, ágil y acostumbrado a andar por los riscos, al más puro estilo caprino, hacia caso omiso de las protestas de los cazadores.
Para mayor dificultad, en este caso para las reses, detrás nuestra se encuentra una malla cinegética de unos dos metros de altura.
Estuve preocupado por el regreso, el cual efectué, como dije, a través del monte, en una subida pronunciada, de difícil realización pero segura. Como sería la cuestión que una vez en el coche, sentí un gran alivio y alegría por haber regresado ileso.

6º. Los puestos: se constituyen los puestos, como dijimos, a lo largo de lo que aproximadamente serían los dos catetos hipotéticos de un triángulo rectángulo: 1, 2, 3 y 4 un cateto, y el resto, a partir del 5, otro cateto (Ver croquis del pots anterior), o sea una especie de encerrona muy apropiada para la caza en tiempos de la Edad de Piedra, pero nada adecuada para una montería. Sería necesario, para que las reses terminaran en esta especie de “saco” que todas las rehalas, de forma muy apretada, batieran la mancha en dirección a este rincón, para que alguna res acabara en el mismo. Con todo, en este hipotético caso, muchas reses preferirían escapar, de no ser tontas, a través de los batidores.
Añado, como nota curiosa, que los puestos 1, 2 y 6 no se cubren, por lo que se quedan vacíos. Hubiera sido adecuado, dada esta circunstancia y el difícil y peligroso camino, que el postor hubiera advertido a los cazadores y les hubiera ofrecido la posibilidad de escoger los puestos 1 y 2, situados antes de empezar el “desfiladero”. ¡Pero no!, el postor, que no es cazador ya que no porta avío de ninguna clase, sólo su cuerpo serrano, en una actitud despótica, advierte que los cazadores debemos situarnos en el puesto que nos ha correspondido, incluso profiriendo alguna que otra amenaza velada.

7º. Los cazadores: Sólo una cosa tengo que decir de los cazadores que ocuparon los puestos 3, 4, 5 y 7; ninguno de ellos, incluido yo, éramos integrantes de la Sociedad Virgen de Gracia. No sé en qué calidad acudieron, supongo que con puestos de rehalas o invitados por alguien.
Reconozco que al regreso, con el cuerpo caliente y fatigado por el regreso y el espíritu más caliente aún por el engaño, se me fuera la lengua con algún improperio para los organizadores. Pido disculpas, pero, incluso ahora en frío, reconozco que estaban más que justificadas.

8º. Interrogantes: Yo no soy nadie para hacer juicio de valor, lo que no deja que sea capaz de interpretar los hechos descritos y llegar a conclusiones adecuadas. Sólo me hago las siguientes preguntas y reto a los lectores de estas líneas a que saquen sus propias conclusiones:

a) ¿Cuál es la razón que lleva a la organización a celebrar el sorteo el día anterior? ¿Ahorro de tiempo? Creo que queda demostrado que no es esta.
b) ¿Si el sorteo celebrado el día anterior, suponía ganar tiempo, a que viene citar a las 8 de la mañana, sabiendo que ni siquiera el Sr. Pérez, como encargado, estará?
c) ¿Cuál es la razón por la que el postor designado, Enrique Jiménez Díaz, desaparece? ¿Se pone enfermo? Es extraño, ya que diez minutos antes estaba como una rosa disponible para colocar las puertas y para cazar. ¿Se negó a montar la armada por alguna razón? La desconozco, aunque puedo suponer varias.
d) ¿Por qué no se eligió a otro cazador para postor? No se pudo, ya que en la armada no estaba ningún socio que conociera los puestos. ¿No se prestó ningún otro que fuese cazador dadas las características de la armada? ¿Preferiría ir a otro sitio? ¿Fueron esas las razones por las que el nuevo postor era no-cazador? Pudiera que sí.
e) ¿Cuál es la razón por la que se quedan vacantes tres puertas de la armada, 1, 2 y 6? ¿Eran conocidas y fueron rechazadas? También pudiera ser así.
f) ¿Por qué no se advierte a los cazadores el difícil acceso a los puestos y se ofrece una alternativa, como puede ser ofrecer los puestos 1 y 2? No acierto a vislumbrar razón alguna, solo mala leche pura y dura.
g) ¿Por qué razón, que no se me escapa, aunque no la mencione, los puestos de la armada, desde el 1 al 7, inclusive, o se quedaron vacantes o fueron ocupados por personas ajenas a la sociedad? Es extraño que no hubiera ningúnsocio.
h) Una reacción muy corriente en individuos de poca cultura, cuando no llevan razón, suele ser defenderse con un ataque. Se justifican echando la culpa al engañado o perjudicado.

9º. Conclusión: Una vez visto lo expuesto, he de decirle al Sr. Pérez, presidente y organizador de la cacería de la Sociedad Deportiva de Cazadores Virgen de Gracia de El Ronquillo, que con sus actitudes, organización encubierta de la montería y posterior prohibición para asistir en lo sucesivo a sus monterías, ha conseguido lo siguiente:

a) Hacerme un favor a mí y a futuros cazadores que sientan ganas de asistir a sus cacerías. Me ha puesto en bandeja de plata la excusa perfecta para no ir a las siguientes monterías, sábados 24 de Noviembre y  12 de Enero y a las sucesivas que se celebren.
b) Hacer un gran perjuicio al protagonista principal de la montería: el perrero.  En primer lugar inmediato, para las dos monterías que restan, ya que se verá obligado a buscar un nuevo cazador, y en segundo lugar futuro, para este perrero y para el resto. Después de lo acontecido ¿Qué cazador concertará monterías con un perrero? Ya me estoy imaginando la respuesta del cazador al perrero en el momento de hacer el trato:
“De acuerdo, me quedo con todas menos con las de la Sociedad Deportiva de Cazadores Virgen de Gracia de El Ronquillo”.
c) Un gran perjuicio a la misma sociedad, la cual verá dificultada la contratación de las rehalas, so pena de tener que contratarlas a base de dinero.
d) Un evidente perjuicio a la montería en general. Si de muchas monterías sale uno con cierta sensación de engaño, después de lo ocurrido en esta, esta sensación no sólo desaparece, si no que se ve bastante acrecentada.
e) Concluyo, Srs Pérez y Núñez, las instituciones, sean públicas o privadas, no solo deben ser decentes, sino también parecerlo, y la que Vd. preside no lo parece en absoluto.
f) A pesar de todo, no deseo le ocurra mal alguno, pero le prometo mi ausencia, encantado por propia voluntad, y las de más cazadores, en lo sucesivo.



lunes, 12 de noviembre de 2012

MONTAJE DE LOS PUESTOS DE UNA ARMADA: EJEMPLO DE LO QUE NO SE DEBE HACER, PUESTOS PARA LOS INCAUTOS


Estuve el año pasado, 25 de Noviembre, en una batida de jabalíes en la Reserva Andaluza de Caza “Serranía de Ronda”, patrocinada por la Junta de Andalucía, y “como en todas las casa cuecen habas y en la mía a calderadas”, la armada que me tocó en suerte, no cumplió, entre otras cosas y siempre a mi modo de ver, con dos requisitos fundamentales: buena definición de las posturas en el terreno y fáciles de poner. En aquella ocasión no estaban ni lo uno ni lo otro y como consecuencia la armada se tardó en colocar un excesivo tiempo al ser los puestos, algunos, de muy difícil acceso.
Claro, que aparte de definir el lugar de los puestos y poder llegar hasta ellos con relativa facilidad, deben cumplir con otros requisitos también fundamentales. Me refiero a la seguridad, ante todo, y por supuesto a la igualdad de oportunidades, en el sentido de que todos los puestos tengan las mismas oportunidades de tirar, por lo menos en teoría.
Viene esto a cuento de dos casos que me han ocurrido nada mas empezar la temporada. No es que sean raros, al contrario, suelen ser bastante comunes, pero estos dos son bastante ejemplarizantes.
Creo que no es necesario acudir a los libros de monterías célebres, a tratados famosos de cacerías o artículos científicos de las revistas del ramo para aprender a montar una armada de montería. Sólo es necesario entender y conocer algo de campo, un poco mas de caza, bastante mas de lo que significa un proyectil salido del ánima de un rifle y algo fundamental y de lo que se suele carecer muy a menudo: “sentido común”.
El primero de los casos a que me refiero ocurrió el día 13 de Octubre, montería de la Víbora, t.m. de Monesterio. Me tocó en suerte el puesto nº 2 de la armada “Cerca del Cañito”. Esta armada se colocó conjuntamente y a continuación de otra denominada “Los Alamillos”. Tanto una como otra tenían de base un camino de la finca y todos los puestos, de ambas, se colocaron en el mismo camino.
En el croquis que se adjunta se pueden ver en línea azul la armada “Los Alamillos”, segmento “A-B-C”,  y a continuación la armada “Cerca del Cañito”, que empieza en el nº “1” y acaba en el “6”.
Todos los puestos, tanto de una como de otra armada se colocaron, como dije, en el mismo camino y por lo tanto con una tremenda facilidad por parte del postor, caravana de coches, casi sin necesidad de bajarse del vehículo, con lo cual el “chanteo” estaba servido. Todo el mundo con coche y aparcarlo donde pueda y le de Dios a entender. He de notar que esta finca es muy abierta y, especialmente en estas armadas, la presencia de manchas de monte cerrado prácticamente nula, a excepción de la posible maleza de algún que otro arroyo. Quiero decir con esto, que el sacar algún que otro puesto del camino hubiera sido de lo más fácil del mundo. Como mucho, bajarse del coche e indicarle al montero la situación de su puesto.
¡Pero no! Se sigue la ley del mínimo esfuerzo, sin pensar en las consecuencias ni en la posible satisfacción de un montero, el cual antes del sorteo ha tenido que apoquinar más o menos dinero. Y que no me digan que en las monterías de “medio pelo”, como esta, accesibles para los económicamente más débiles, no se pueden guardar unas mínimas reglas.
 No sé si los puestos de la armada “Los Alamillos” hubieran sido susceptibles de colocarlos en otra disposición, pero de lo que no cabe duda, la más mínima duda, es de la posible mejoría de la correspondiente a la armada “Cerca del Cañito”.
Y como una “imagen vale más que mil palabras”, me remito al croquis donde se disponen las armadas y especialmente los puestos de la segunda. La mancha a batir es a la izquierda de las líneas de las armadas. El primer puesto de la primera se sitúa en el punto “A” y los primeros de la segunda, 1, 2, 3 y 4, en una curva, ¡dentro del camino!, formando una especie de “saco”. Pero aún hay más, este “saco” se sitúa exactamente en el rincón formado por una cerca, de ahí el nombre de la armada, señalada en el croquis por una línea de puntos, formada por una pared con caballete de hormigón a 1,30 metros de altura y piquetes con tres alambres a medio metro más de alto. Esto significa, que la res que entre en este “saco” debe estar preparada y dispuesta a saltar una barrera de cerca de dos metros. Para más dificultad de acceso, la pendiente aumenta en el sentido del “posible salto”. Por supuesto que de inmediato queda totalmente descartada la posibilidad de que entre un guarro y muy difícil un venado. Todo esto en el supuesto de si a alguna res despistada, mas bien “agilipollada”, le diera por entra en el “saco” y pudiera atravesar indemne la barrera de las escopetas situadas en los puntos C, 1, 3, 4 y 5.
Bueno, pues Vds. se preguntarán que ¿Quién fue el “afortunado” montero “agraciado” con el nº 2 de la armada “Cerca del Cañito”?. Pues ni más ni menos que el desgraciado que suscribe este artículo. A las 10½  ya estaba en el puesto y no tardé más de diez minutos en componer el campo y percatarme que me quedaban por los menos 3 ó 4 horas de hacer el “canelo” o más bien el “gilipollas”. No hace falta ser muy erudito para comprobar que el puesto nº 2 no debería tirar, so pena de molestar y poner en peligro los puestos adyacentes, hacia la mancha y debe conformarse con disparar sobre algo que haya sido capaz de pasar barreras humanas y artificiales. Me pasé todo el tiempo en una contemplación bucólica oyendo el golpeteo en el suelo causado por la caída temprana de las bellotas a consecuencia del “jodido veranillo del  membrillo”. Pero como no hay mala situación que no sea susceptible de empeorar, sobre las 11 ½ viene a ocurrir otro suceso destacado: el montero del puesto nº 1 debió creer que el lugar donde había dejado su coche, en un principio, podría causarle algún posible “chanteo” y, ni corto ni perezoso se levanta del puesto, se encamina a su coche y lo aparca en el mismo camino, entre su puesto y el mío, ¡manda güevos! Pero claro, después de lo visto tampoco me voy a molestar.
Qué fácil hubiera sido haber adoptado la solución que se ve en el croquis, uniendo las dos armadas con la línea recta “C-5” y posiblemente también A-B (Ver línea de puntos). Pero claro, puede que se hubieran perdido dos puestos y ¡la pela es la pela!
Lo más curioso del caso es que uno se resigna, sabiendo que se ha puesto voluntariamente en manos del organizador de la cacería y se conforma pensando que un fallo, aunque sea tan evidente, lo comete cualquiera. No obstante la conformidad, cuando llego a la junta y veo al encargado de la organización, y como todo el mundo tiene derecho al pataleo, le expongo un poco las quejas:
         - ¡Joder Jose! Me ha tocado un puesto absurdo, imposible para tirar y bastante peligroso. El nº 2 de la armada “Cerca del Cañito”, le digo.
- Ese puesto lo conozco, me contesta. Y como extrañándose de lo que le digo, sigue diciendo:
- Hace dos años estuve en él y maté tres venados.
En fin, cuando las gentes no quieren escuchar y estar dispuestas a corregir errores es mejor cortar el diálogo. Toda empresa debería querer mejorar su gestión y ¿qué mejor manera que consultando las sugerencias de sus clientes? Pues no señor, la realidad es tozuda y demuestra todo lo contrario.
El segundo caso ocurrió el día 20 de Octubre, sólo una semana después: montería en el término municipal de Almadén de la Plata, mancha Pajares-Prestín. Ya de entrada nos dijeron que el sorteo se hacia el día antes y nos endiñaron una papeleta con el puesto nº 5 de una armada denominada “Esparragoso”. De entrada se armó un lío con el postor, el cual resultó que estaba enfermo y no podía asistir. Su lugar lo ocupó alguien que por la pinta tenía de todo menos cazador.
De la misma forma que en el caso anterior, procederé a dar las explicaciones a la vista del croquis de la montería.
Se desarrolla la misma, como dije mas arriba, en el término municipal de “Almadén de la Plata”. Concretamente, la mancha a batir se sitúa en el extremo Sur-Oeste  de este término municipal, “Cortijo del Prestín” y parte de la “Loma del Esparrogoso”. En el Oeste se ve el límite entre Almadén y El Ronquillo,  formado por el río Rivera del Cala y al sur el límite entre Almadén y Castilblanco de los Arroyos, que lo forma el arroyo del Esparragoso y la malla cinegética de la finca colindante, precisamente hasta que comienza la armada. A la altura del nº 2, la armada se aleja hacia la izquierda del arroyo y el límite del término municipal hacia la derecha, al igual que la malla cinegética, que sigue el límite. Por ello el espacio de la armada entre el nº 1 y el 2, o sea el principio, no tiene a su espalda impedimento de malla cinegética. Claro que de todo esto  se percata uno después de haber recorrido el barranco hasta llegar al nº 6, con el peligro consiguiente, ver la malla cinegética y observar el croquis que se adjunta.
No se cubren los puestos 1, 2 y 6 y el postor nos indica de forma autoritaria que cada uno se tiene que colocar en su puesto y que declina toda responsabilidad.

 El segundo caso ocurrió el día 20 de Octubre, sólo una semana después: montería en el término municipal de Almadén de la Plata, mancha "Pajares-Prestín". Ya de entrada nos dijeron que el sorteo se hacia el día antes y nos endiñaron una papeleta con el puesto nº 5 de una armada denominada “Esparragoso”. De entrada se armó un lío con el postor, el cual resultó que estaba enfermo y no podía asistir. Su lugar lo ocupó alguien que por la pinta tenía de todo menos cazador.
De la misma forma que en el caso anterior, procederé a dar las explicaciones a la vista del croquis de la montería.
Se desarrolla la misma, como dije mas arriba, en el término municipal de “Almadén de la Plata”. Concretamente, la mancha a batir se sitúa en el extremo Sur-Oeste  de este término municipal, “Cortijo del Prestín” y parte de la “Loma del Esparrogoso”. En el Oeste se ve el límite entre Almadén y El Ronquillo,  formado por el río Rivera del Cala y al sur el límite entre Almadén y Castilblanco de los Arroyos, que lo forma el arroyo del Esparragoso y la malla cinegética de la finca colindante, precisamente hasta que comienza la armada. A la altura del nº 2, la armada se aleja hacia el norte, ya fuera del arroyo y de la malla cinegética. Por ello el espacio de la armada entre el nº 1 y el 2, o sea el principio, no tiene a su espalda impedimento de ni de malla, ni de arroyo. Claro que de todo esto  se percata uno después de haber recorrido el barranco hasta llegar al nº 6, con el peligro consiguiente, ver la malla cinegética y observar el croquis que se adjunta.
No se cubren los puestos 1, 2 y 6 y el postor nos indica de forma autoritaria que cada uno se tiene que colocar en su puesto y que declina toda responsabilidad.

Llegar al puesto nº 5 se convierte en un infierno. No es solo de difícil acceso, sino también peligroso; accedemos por una vereda de cabras, estrecha y en pendiente y con un terraplén a la izquierda casi en caída vertical de no menos de diez metros de desnivel hasta el fondo del arroyo. Pasó por mi imaginación la montería de “Los Herreros” con la sociedad de cazadores “El Perro”, de Zalamea la Real (Huelva), creo allá por el año 2.007. Ya comenzaban a afectarle a uno las "cochadas" y cacerías en día seguidos y me acuerdo perfectamente de la caída, después que fallara una escoba a la que me había agarrado, a un charco con agua por encima de la cintura; llegué como pude al puesto, que para mas castigo era el último, me empeloté y puse la ropa al sol; menos mal que hacia buen tiempo y el sol acompañó. Bueno, pues en esta ocasión el acceso era bastante peor y la caída, de haberla, no hubiera sido al agua, sino contra las piedras del barranco. Extremando todas las precauciones posibles y con todo el cuidado del mundo llegamos a la altura del nº 5. El puesto no estaba en la orilla del barranco por la que íbamos, sino en la opuesta, con lo cual no había más remedio que atravesarlo; así que como buenamente pude, arrastrando el culo, baje al cauce del arroyo, lo crucé y subí, a cuatro patas, la pendiente hasta unas piedras en las que estaba arraigado un acebuche centenario con ramas tan espinosas cual si fuera un zarzal. Tuve que tirar de hacha para podar casi la mitad del acebuche y poder instalarme con relativa comodidad entre las piedras.
Poco a poco compongo mi puesto y los restantes de la armada. Del nº 1 al 4 forman un cateto de lo que puede ser un triángulo rectángulo y a partir del nº 4 hasta el 8 el otro cateto. A espalda de los puestos se encuentra una malla cinegética con acceso en pendiente ascendente desde la zona a batir. Enseguida comienzo a darme cuenta que es muy difícil que una res intente romper de frente, por la línea que forma la armada: tendría que salvar una pendiente acusada para al final encontrarse con la malla, con lo que saltarla resultaría muy difícil, por no decir imposible. Sólo queda la posibilidad de que se corra una res de izquierda a derecha, cuesta arriba,  o al revés, de derecha a izquierda, cuesta abajo, dependiendo de como batan las rehalas. En el primero de los casos, cuando la res llegue a mi altura, ya vendrá tiroteada por los puestos de mi izquierda y en el segundo por los de mi derecha. El problema se resuelve sobre las 11 ½, los batidores han empezado a batir de derecha a izquierda, pendiente descendente. Es indudable que las reses en cuanto suenen las rehalas comenzarán a salirse cuesta abajo y no creo que a ninguna se le ocurra venir a nuestro encuentro dispuesta a saltar la barrera de la barranca y la malla cinegética. Efectivamente, enseguida comienzan a sonar disparos en las armadas por donde, consecuentemente, intentan escaparse las reses: cierres por el Norte y Oeste de la mancha.
Desde que me dí cuenta que el puesto no ofrecía ninguna posibilidad comenzó a pasar por mi cabeza cómo sería el regreso hasta los coches. Algo estaba seguro: tenía que buscar un camino distinto al utilizado para la ida, no estaba dispuesto a caerme en el barranco y romperme la crisma, ya está uno mayorcito para estas cosas. Sólo cabía una alternativa: huir del barranco y subir alejado de el a través del monte, otro modo no había. O el desfiladero peligroso ó romper monte cual jabalí huido. Indudablemente mi preocupación por el resultado del regreso estaba más que justificada.
Al llegar arriba a los coches, después de un esfuerzo nada desdeñable, empapado en sudor, jadeante pero contento por haber llegado sin incidentes, pregunto al montero nº 4 de la armada:
 - ¡Por casualidad! ¿Es Vd. perteneciente a la sociedad?
- No, yo no soy socio.
Repito la misma pregunta al resto de los monteros: nº 3, 7 y 8. La respuesta es significativa y siempre la misma:
- No, yo no soy socio.
El nº 3 añade algo:
- Pues entre las puertas 1 y 2 se ha pasado un guarro.
Cualquier persona, medianamente  inteligente, podría haber comprendido o por lo menos intuido, con la única condición de que conociera el terreno, que el principio de la armada, puestos nº 1 y 2, podría constituir una posible fuga de las reses al principio del comienzo de la batida. Eso si no tienen experiencias de otros años. Efectivamente, el montero nº 3 vio como se escurrió un cochino nada mas comenzar las rehalas a batir, indicado con una flecha amarilla. Esto le supuso salir de la batida sin apenas esfuerzo y encima pasar una línea de escopetas “sin escopetas”. Por otra parte, igualmente se podía averiguar, con extrema facilidad, el comportamiento del resto de las reses. Una vez se igualaron las rehalas y abarcaron la mancha en toda su anchura, las bichos que pudiera haber en la misma ¿para donde podrían huir? ¿Hacia atrás, al igual que el cochino? ¡No!, porque ello supondría dos inconvenientes: primero correr cuesta arriba y segundo cruzar la línea de podencos y podenqueros, lo que hubiera supuesto un enfrentamiento. ¿Hacia la izquierda y cruzar el arroyo “Esparragoso”? ¡Ni hablar del peluquín! ¿A que res se le ocurriría saltar un barranco, casi un desfiladero, para enfrentarse a un terraplén con pendiente acusada y tener que cruzar, antes del final de la pendiente, una malla cinegética? Sólo a un suicida, no a alguien con sentido común y conocedor del terreno. Puede que los animales no tengan sentido común, pero ya quisieran algunos humanos tener su instinto, y por supuesto si hay alguien que conozca el terreno ¿Quién va a ser? Sólo quedaba otra alternativa: huir de las rehalas y encima en el sentido más fácil, cuesta abajo. De esta manera la mayor parte de los animales cumplieron en las armadas  situadas al Norte y Oeste y ninguno a la situada al Sur, como era el “Esparragoso”, la armada destinada a los incautos.
No digo que no se ponga esta armada y se elimine dela montería, al fin y al cabo el terreno se ha de cubrir todo, pero no se puede dar el “jiede” a los que no podemos acudir al sorteo. No suelo presuponer mala fe por arte de los organizadores, pero hay veces que……….
En definitiva, acciones cometidas amparadas en la afición algo tonta que tenemos los cazadores. Como dije en un post anterior, uno se va aburriendo poco a poco, pero vuelve otra vez a salir al campo dispuesto a dejarse incautar. De nuevo,  “erre que erre”.

martes, 23 de octubre de 2012

APERTURA DE LA VEDA GENERAL: “ERRE QUE ERRE”




Respecto de la Sociedad de Cazadores Local de Monesterio, el comienzo de la general se presentaba bastante pesimista: los conejos no acaban de prosperar, la perdiz ha criado bastante mal, por no decir muy mal, y la liebre no se sabe. Como será la cuestión, que se está pensando en dejar de cazar al salto y sustituir esta jornadas por cacerías al zorro, ya que dejar de cazar para que las alimañas se coman la caza es tomar determinaciones que no nos benefician a los cazadores y si a los carnívoros. Que yo sepa tememos en nuestro coto bastantes mamíferos carnívoros, sin contar las aves de rapiña, reptiles, perros asilvestrados, etc.: comadrejas, zorros, jinetas, meloncillos, tejones, turones, gatos salvajes, etc. Dejar de cazar y no emprender una acción formal de control de alimañas, sería como si nada. Así que me veo este año sin cazar la menor, a excepción de los zorros, en el coto de Monesterio  y a esperar a los zorzales y palomas, que cada año se presentan peor. Un futuro nada halagüeño.
No salió nada para la jornada del domingo, 7 de Octubre, apertura de la general en Andalucía. Esperaba ir a algún sitio a cazar conejos, pero cazar esta modalidad  sin perro es como ir a cazar perdices con un palo.
Por contra, la apertura general en Extremadura se presentaba bastante apretada: día 12 montería en “El Castillo” de la Sociedad Local, día 13 montería en “La Víbora”, finca de los Hnos. Flores, y el domingo cacería general en la Sociedad Local, que al final fue de zorros. Esto posibilitó pasar el fin de semana en el pueblo, aunque el último día quedaría algo “castrado” a consecuencia de la vuelta.
La meteorología no fue muy halagüeña. Lo que parecía iba a ser un otoño excelente con un comienzo de lluvias abundantes, no fue más que “flor de un día” que nos dejó con la miel en los labios. A partir del 15-16 de septiembre, comenzaron a vaticinarse por los meteorólogos una serie de borrascas  que barrerían todo el sur de España de Este a Oeste. Se presagiaban lluvias en abundancia y con cierta persistencia; ¡vamos!, lo que se dice una entrada de otoño y salida del verano con todas sus consecuencias: bajadas de las temperaturas, sin llegar a extremos, y agua en cantidad suficiente para que el campo se recuperase de una sequía que venía desde el mes de Abril, los pastos brotaran para alimento del ganado y se “otoñasen” los frutos propios de la estación, fundamentalmente aceitunas y bellotas, y despidiéramos el denominado “veranillo de San Miguel”. Ya lo dice el refrán, comentaron muchos prometiéndose felices y contentos: “la otoñada verdadera por San Mateo la primera”.
El día 25, en el pueblo, se presentó cerrado y el 26 comenzaron las precipitaciones, no abundantes, con un tiempo lo que se dice “guarreado” : 6,60 mm el día 26, 4,60 mm el día 27, 1,00 mm el día 28 y 3,80 mm el último día del mes. En total 16,00 mm, que podrían haber sido excelentes si hubiesen tenido compañeros en los día consiguientes.
¡Pero no! La lluvia que tan abundante se presentaba en los vaticinios, pasó sin que el campo hubiese experimentado el remojón que necesitaba. Eso si, se manifestó de forma totalmente irregular, incidiendo más al sur: en Sevilla algunos pueblos registraron el día 27 precipitaciones por encima de los  70 mm y,  no digamos más al Este, hasta 214 mm el día 27 por la tarde, en menos de 4 horas, con los consiguientes daños.
El campo, nada mas recibir la lluvia, aún siendo escasa, cambió totalmente su fisonomía: las hojas de encinas, alcornoque, olivos y los arbustos propios del clima mediterráneo, en parte por la acción de lavado y también, por supuesto, por la respuesta del árbol ante la humedad del suelo,  cambiaron de color tornándose en un verde mas claro y limpio del que presentaban hasta su aparición. Las aceitunas y bellotas, aunque escasas debido a la sequía anterior,  engordaron de inmediato preparándose a la maduración. Igualmente, como consecuencia de la pronta germinación de las semillas más blandas, el suelo comenzó a cubrirse de un verdor propio del otoño. ¡Hasta aquí, estupendo! Una “meada”, una mínima lluvia, sólo 16 l/m2, obran el milagro: lo que antes era un secarral prometía convertirse en paisaje lleno de verdor.
Pero no, no se había producido esa “otoñada verdadera”, vaticinada por el refrán, sino todo lo contrario: una otoñada falsa, como consecuencia en primer lugar de su escasez y en segundo lugar del tiempo que siguió: seco y caluroso, más propio del mes de Agosto que de Octubre. La lluvia desapareció como por ensalmo, como si un brujo hubiera cortado el tiempo de forma rápida, desconocida y supersticiosa, y las temperaturas comenzaron a subir presentándose el verdadero “veranillo de San Miguel ó del membrillo": máximas de 30ºC, mínimas de 13ºC y lo que es peor, unas medias de 24ºC. Consecuencia: las tiernas hierbas recién germinadas se agostaron y secaron, las semillas desperdiciadas, bellotas y aceitunas por el suelo, lo que se dice “una otoñada al carajo”. Ahora,  para que el campo vuelva a reverdecer como consecuencia de la germinación de las plantas, primero deberá llover más abundantemente, las semillas que quedan son mas duras, y pedir que no bajen en demasía las temperaturas. Esto es cada vez más difícil, como consecuencia de la cercanía de los fríos del invierno.
La foto muestra una imagen de la dehesa extremeña, foto del día 13 de Octubre, con el suelo totalmente seco, las encinas y alcornoques prácticamente sin hojas, el sol se cuela entre ellas, y si se pudiera apreciar contemplaríamos bellotas sin madurar en el suelo caídas de los árboles a consecuencia de haber engordado con las lluvias y haberse aflojado el cascabullo a consecuencia de las altas temperaturas.
Menos mal que las previsiones para el fin de semana, temperaturas más bajas, se cumplieron y posibilitaron un desarrollo de las acciones cinegéticas lejos del calor insoportable del año pasado.
Llegó el ansiado día 12 y se desarrolló la clásica montería de la Sociedad Local en “El Castillo”. Este año no hay permiso para descaste de las “Pepas”, por aquello de no tenerlo previsto en el Plan Cinegético de la Sociedad, por lo que, en vista de la previsible escasez de reses, la sociedad decide que la montería sea “Mata y Cuelga”. Hacemos una “peñita” para reparto de la carne y nos juntamos seis puestos.
Pero como estas montería son lo más parecido a una lotería, ¡con todas las probabilidades que teníamos de matar, seis puestos,  y poder repartir carne!, ninguno de los seis puestos ha disparado, ¡manda güevos!
Con Pepe Broco y los tres venados de "La Emisora"
Eso sí, para no perder la afición ó el vicio, no se que será, en la armada de “La Emisora”, un gachó, encima forastero para mas INRI, que supongo vendrá con una rehala, ha matado tres venados, entre ellos un doblete, y ha dejado pasar, sin tirar, otros dos por demasiado pequeños y porque ya tendría carne en cantidad, dado el carácter de “Mata y Cuelga” de la montería. ¡Suerte!, dirán algunos, aunque los venados no le han entrado de principio, antes han pasado por otras puertas, entre ellas la ocupada por Borrego, un socio que tiene fama de buen tirador y en esta ocasión ha fallado de forma estrepitosa. Lo de siempre, “al mejor escribano le sale un borrón”.
Pallero, Paquino y mi sobrino Javier
A la hora de la comida hemos tenido suerte. Hay nuevo equipo de cocineros, con el “Latero” a la cabeza y  Casiano y José M. Jiménez de “pinches”. Ha elaborado un cocido extremeño de calidad, aunque algo sobrado de pringue. Los garbanzos buenísimos, cayó un buen plato con su correspondiente pringá. No se ha cumplido lo de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, el presente ha mejorado.
Al día siguiente, 13 de Octubre, Montería en “La Víbora”: Mancha Conejeras-Cuesta del Parral. No hay “Mata y Cuelga” y esta vez el puesto que me toca está autorizado para descaste de una cierva. Al final, otra montería más para enmarcar, sólo que esta vez con el ejemplo de lo que debería ser una armada con dos de lo defectos mayores: sin seguridad y estorbo entre los puestos. Pero este tema será cuestión de tratarlo en otro post.

Como curiosidad la foto que tomé en la junta de carnes: un “varetillo” entre las reses. En todas las monterías se advierte por activa y por pasiva la prohibición de disparar sobre varetos y horquillones, pero siempre hay algún montero corto de vista ó ligero de gatillo, o ambas cosas a la vez. Esta vez inexplicable, matar un bicho para darle carne a la organización, la cual con toda la cara del mundo lleva la res a la junta, donde se exhibe sin pudor, con tal de poder cobrar la canal. No nos extrañemos que en las monterías abiertas escaseen los machos. Antes, la organización, se guardaba de presentar estos bichos en público: o bien se lo llevaba el montero o, lo que es peor, se quedaba para comida de las zorras.
Llegó el último día, domingo 14, y nos fuimos a dar unas “manitas” a las zorras. Un “cara y cruz” en “La Gaitera” finiquitado para las 11 ½ de la mañana posibilitó mi regreso a Sevilla antes de la hora de comer, por necesidades familiares, y fue totalmente demostrativo de la escasez de la caza menor: tan solo una perdiz se presentó en las puertas. Creo que, en lo que respecta a caza menor, lo tenemos todo hecho esta temporada. ¡Malos augurios!
Ya hacia tiempo que no se presentaba esta apertura, totalmente falta de lances tanto positivos como negativos. Uno se va aburriendo poco a poco, aunque la afición vuelve a resurgir por encima de todos los  desastres y volveremos a salir al campo dispuestos nuevamente a venirnos bolos y tener que explicarles la cuestión a la familia y amigos que se muestran totalmente escépticos de nuestra forma de actuar. Para ellos nuestro comportamiento no deja de ser un poco de “jilipollas”, pero nosotros “erre que erre”.

domingo, 21 de octubre de 2012

“OPERACIÓN HORUS”: EL CONTROL DE LAS SUBVENCIONES POR PARTE DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA ANDALUZA Y SU PAPEL EN EL TEJIDO EMPRESARIAL

He visto estos días pasados en Internet  un artículo referente a la llamada “Operación Horus”Andalucía Información, cuyo titular es el siguiente: “El Expolio que nunca existió”. Leyendo el artículo con más detenimiento deduzco que hace un año y medio, aproximadamente, se produjo una denuncia por parte del Seprona, de la Guardia Civil, hacia el ilegal funcionamiento de un centro de cría de Águilas Reales en Sevilla, concretamente uno situado en el barrio de San Jerónimo. La denuncia recayó en el Juzgado de Instrucción nº 1 de Sanlucar la Mayor (Sevilla). En dicha instrucción se presumió, en principio, que se estaba ante un caso de una extensa red  dedicada al expolio y tráfico de aves rapaces protegidas en la que estaban implicados centros de cría repartidos por toda la península, concretamente en Jaén, Córdoba, Ciudad Real, Coín (Málaga), Baracaldo (Vizcaya), Bilbao, San Lorenzo de El Escorial (Madrid), Lorca (Murcia)  y Avilés y Cangas de Onis (Asturias). 
La conclusión a la que llegaron las investigaciones  llevadas a cabo por la Unidad Central Operativa Medioambiental (UCOMA) del SEPRONA, en las provincias citadas, era que los implicados “robaban” huevos y pollos de águila imperial del medio natural y los llevaban al centro de Sevilla, donde los presentaban como nacidos en este centro para seguir cobrando las subvenciones de la administración andaluza, que podrían rondar el millón de euros anuales por diferentes conceptos desde 2.002.
Pues bien,  después de año y medio de instrucción, el juez  ha llegado a la conclusión de que no hay existencia de dicha red y que los implicados han actuado por su cuenta de forma separada, con lo cual se ha inhibido a favor de los juzgados de las diferentes provincias afectadas en la causa sobre "la presunta red de expolio de aves rapaces protegidas”.
Pero con ello, el juez no intenta quitar culpabilidad a los imputados, sino sólo decir la no existencia de una red organizada. Los denunciados por el Seprona seguirán estando, presumiblemente, imputados, pero ahora por otro juzgado, el correspondiente a su demarcación territorial. Por ello, me parece que el titular del artículo no es el adecuado, “El Expolio que nunca existió”, ni que  "La Guardia Civil se equivocó, confundió a expoliadores con científicos".  Sólo reconocer que  se ha mantenido una instrucción por un juez incompetente territorialmente y que ahora retomarán dicha instrucción los juzgados a los cuales se les ha traspasado la causa, ya repartida.
Lo inaudito e increíble del asunto es que cómo es posible que la Administración Pública, en este caso la andaluza, no realice controles sobre las empresas privadas a las que subvenciona, para en primer lugar constatar que, dichas subvenciones, son viables y se gastan en  los proyectos subvencionados y no en otros; en segundo lugar que se realizan todas y cada una de las justificaciones del presupuesto y, por último, que se cumple el fin perseguido, como es la cría y posterior suelta de las rapaces en los lugares adecuados.  Pero claro, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia: el proceso de cría se lleva a cabo con huevos y pollos conseguidos de forma ilegal,  la subvención no sólo se gasta en el fin perseguido, en este caso las repoblaciones del águila real, sino que parte o incluso todo se puede gastar, presumiblemente, en la cría de otras rapaces, las cuales se venden a los cetreros y reportan pingües beneficios y al final se justifica la falta de aves protegidas como un fallo de la investigación. De cualquier forma es increíble que una administración pública lleve subvencionando, en este caso al Centro de Cría de San Jerónimo, durante nueve años y se descubra ahora el pastel por parte de la Guardia Civil.  Claro, los políticos se enteran por la prensa. ¿Si se enteran por los medios de comunicación del uso ilegal de un montante de 1.000.000.000 €?, caso de los ERE/s, ¿que no pasará con los cientos y cientos de subvenciones a nivel mas inferior? ¡Que sumen!, ¡que sumen todas estas y verán hasta donde llegamos! Puede que los 1.000 millones signifiquen una cantidad ridícula. Eso sin entrar en otros asuntos como son las “Encomiendas de Gestión”, “Subcontratas de Servicios Profesionales”, los llamados “Programa de compensación económica a la dedicación institucional”, “Cooperación Internacional” y bastantes más cosas. Pero eso son otras cuestiones que no vienen al cuento.
Este caso, el de las rapaces, es sólo una muestra de lo que está ocurriendo en nuestra Autonomía. Desde la Expo del 92, ejemplo de lo que, a mi juicio,  pudo considerarse inicio de la trama, la Junta de Andalucía ha tejido una red empresarial cuyos dirigentes están directamente relacionados con los correspondientes políticos de turno, los cuales reparten las subvenciones, encomiendas, subcontratas, apoyos institucionales, cooperaciones, etc.…etc.…, a capricho y sin tener que dar cuenta de las correspondientes justificaciones. Desde la citada Exposición Universal, donde se acuñó, creo por parte del periodista Antonio Burgos, una cifra curiosa, “El Pellón”, equivalente a 1.000 millones de las antiguas pesetas,  las administraciones locales, Ayuntamientos y Diputaciones, y regionales, Junta de Andalucía, tomando ejemplo de lo realizado por el insigne Jacinto Pellón, consejero delegado de la Sociedad Estatal, se han lanzado a una loca carrera por copar  la red productiva de esta región. Las empresas privadas con vocación empresarial, regidas por verdaderos emprendedores, han visto invadidas sus parcelas por empresas paralelas creadas al amparo de las subvenciones y regidas por los amigos y/o familiares de los políticos de turno,  creándose una injusta competencia y viéndose obligadas a cerrar en una mayoría. Las consecuencias ya las estamos viendo: esas empresas paralelas, debido a una lenta pero inevitable desaparición de las subvenciones, están cerrando por falta de una gestión adecuada y vocación empresarial,  y las otras, como consecuencia de la falta de pago de sus acreedores, entre los que se encuentran las Administraciones Públicas, se ven también abocadas al cierre, las que no lo hicieron al principio. Igual ocurre con el funcionario de carrera, el cual está siendo sustituido por el empleado público de la Administración paralela, disminuyendo año tras año la convocatoria pública de trabajo e incrementándose la de las Agencias o Empresas Públicas.
No es que yo, desde estas líneas, le eche toda la culpa a una forma de gobernar la Autonomía, que veo bastante estúpida y perjudicial para los ciudadanos. Hay también una crisis provocada por esa misma forma de gobierno fuera de nuestras fronteras, por ese afán de encumbrase y ponerse rico a costa de los demás. 
El día 30 de Septiembre pasado, un artículo de “El Mundo”, firmado por Francisco Rosell, titulado “Atrapados en el Tiempo”, se hace eco perfectamente de estos hechos con las siguientes palabras: <<Andalucía lleva 30 años en un “Inacabable día de la marmota” sin denunciar jamás conductas por graves que sean” . "La prosperidad de las sociedades -y Andalucía es un ejemplo pristino- reside en la calidad de sus instituciones. Por eso, “cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no con bienes sino con favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias, más que por el trabajo, y que las normas no le protegen contra ellos, sino que, por contra, son quienes están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez supone un inútil sacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que esa sociedad está condenada”>> . 
Desde estas líneas felicito al Sr. Rosell por haber expresado en tan pocas palabras y de una forma tan clara, una forma de actuación como la que se lleva a cabo desde las instituciones andaluzas. Aunque hay que reconocer que la CEA (Confederación Empresarial Andaluza) es una de las beneficiarias de las subvenciones.
Creo, desgraciadamente, que volver a poner en marcha un tejido empresarial auténtico, con emprendedores conscientes del riesgo y de su responsabilidad, nos costará bastante tiempo. No creo que volvamos a conocer los tiempos de bonanza pasados. Se cumplirá en este caso el dicho de que “cualquier tiempo pasado fue mejor” y, en este caso, de verdad. De cualquier forma espero que algún día cambien las actuaciones de las instituciones y no lleguemos a la condena de la sociedad preconizada por el Sr. Rossel.





lunes, 1 de octubre de 2012

USO DEL CALIBRE .22


USO DEL CALIBRE  .22
(30 de Septiembre de 2.012)

Las revistas de caza del mes de Agosto pasado, casi todas, hablan en sus editoriales del posible uso del calibre .22. Comunican la noticia de que a través de diversas gestiones realizadas por la Oficina Nacional de la Caza (ONC), “se ha logrado que la I.C.A.E. (Intervención Central de Armas y Explosivos) de la Guardia Civil reconozca que el Calibre .22 no está prohibido y que no existen limitaciones en el actual Reglamento de Armas para su uso en la caza. Esto posibilita que se puedan realizar los trámites necesarios con las Comunidades Autónomas para que sean éstas las que decidan incluir o no su uso en las Leyes de Caza que regulan la actividad en cada territorio”.

Sinceramente, creo que se está informando al público de una manera equivocada. Vamos a examinar lo que dicen las normas respecto al uso de este calibre:

1º.   El Real Decreto 137/1993, de 29 de enero, por el que se aprueba el Reglamento de Armas, modificado por el Real Decreto 976/2011, de 8 de julio, en su Sección III. Clasificación de las Armas Reglamentadas, dice en su artículo 3. que, son armas de:

w  Segunda categoría:

ü  Armas de fuego largas rayadas: Se comprenden aquellas armas utilizables para caza mayor. También comprende los cañones estriados adaptables a escopetas de caza, con recámara para cartuchos metálicos, siempre que, en ambos supuestos, no estén clasificadas como armas de guerra.

w  Tercera categoría:

ü  Armas de fuego largas rayadas para tipo deportivo, de calibre 5,6 milímetros (22 americano), de percusión anular, bien sean de un disparo, bien de repetición o semiautomáticas.

ü  Escopetas y demás armas de fuego largas de ánima lisa, o que tengan cañón con rayas para facilitar el plomeo, que los bancos de pruebas reconocidos hayan marcado con punzón de escopeta de caza, no incluidas entre las armas de guerra.

Se observa con extrema claridad, que cuando habla de las armas de segunda categoría, como armas de fuego largas rayadas utilizables para caza mayor, no excluye ningún calibre en la citada categoría. ¡Ojo! Cuando hablo de calibre no me refiero al diámetro de la recámara del arma, sino al correspondiente del ánima del cañón, coincidente con el diámetro de una sección recta del proyectil, con las diferencias o tolerancias técnicas necesarias y permitidas entre ambos. Deduzco, por tanto, que cualquier calibre está permitido en caza mayor, siempre que se dispare con un arma de fuego larga rayada, o sea un rifle, una carabina ó un fusil.

No obstante, más adelante hace una excepción, al incluir en la Tercera Categoría a las “armas de fuego largas rayadas para tipo deportivo, de calibre 5,6 milímetros (22 americano), de percusión anular”

Y es aquí donde se encuentra la diferencia, cuando al final dice: “…….de percusión anular”.

Antes de seguir con más razonamientos haré mención a algunas normas de caza, aquellas que me caen más cercanas:

2º.   LEY 4/1996, de 12 de julio, de Caza, de Castilla  y León

       El artículo 30. Armas, dispositivos auxiliares, municiones y calibres, dice “que se permite el ejercicio de la caza en Castilla y León con las armas legales con las siguientes excepciones:

b) Armas de fuego largas rayadas de calibre 5,6 milímetros (.22 americano) de percusión anular”

3º.   LEY 14/2010, de 9 de diciembre, de caza de Extremadura

      El artículo 36. Prohibición de cazar con determinadas armas, municiones, calibres y dispositivos auxiliares, expresa en su apartado c) que: “quedan prohibidas las armas de fuego largas rayadas de calibre 5,6 milímetros (calibre 22) de percusión anular”.

 

4º.   Ley 8/2003, de 28 de octubre, de la flora y la fauna silvestres, de la Junta de Andalucía.BOJA 218/2003,
de 12 de noviembre.

El Anexo I, al hablar sobre los Medios de Captura Prohibidos, expresa en su apartado A)8.º, como prohibidos: “Las armas de gas, así como las automáticas o semiautomáticas cuyo cargador admita más de dos cartuchos, las de aire comprimido, los rifles de calibre 22 de percusión anular, las provistas de silenciador, de amplificador de visión para el disparo nocturno o convertidor de imágenes electrónico, o las que disparen proyectiles que inyecten sustancias paralizantes”

Se observa, por tanto, que las normas vigentes no prohíben el uso total del calibre .22 para desarrollo de acciones cinegéticas, si no sólo aquellos calibres .22 de “percusión anular”.

Creo que se está cometiendo un error importante, como es confundir el calibre de un arma, con el posible cartucho que pueda usar esta misma arma. Cuando se habla de calibre, ya lo comenté más arriba, se hace referencia al diámetro interior del ánima del cañón, coincidente con el diámetro de una sección recta del proyectil a usar, con las diferencias o tolerancias necesarias y permitidas entre ambos. En cambio, la denominación del cartucho expresa no sólo este parámetro, sino que también hace referencia, directa o indirectamente, al diámetro y longitud de la recámara del arma.

Últimamente, en la revista Trofeo Caza&Conservación, han salido dos artículos que, bajo mi punto de vista, están informando de forma un tanto sesgada a los lectores.

Así, en la revista de Agosto pasado, nº 507, la sección “El Peso de la Ley”, del abogado Alonso Sánchez Gascón, publica un artículo sobre “El Calibre .22” en el que no especifica para nada las connotaciones que hace la normativa al respecto, como es la coletilla de “percusión anular”, respecto de este calibre.

Igualmente, en este caso un artículo más técnico, la misma publicación del mes de Julio pasado, incluye un artículo firmado por Juan Francisco Paris, en el que en titulares de cabecera invita de una forma expresa a todos los cazadores que poseen un calibre.22: “Vaya preparando su rifle del .22, algunas CC.AA. desean autorizarlo en caza”. Es curioso que el Sr. París haga esta invitación, sabiendo que la gran mayoría de los propietarios de este calibre poseen un arma de “percusión anular”, y por lo tanto prohibida para el ejercicio de la caza. Es curioso, porque después, en el artículo hace toda una disertación técnica de lo que se entiende por “calibre” y lo que se entiende por “cartucho “, diciendo con toda propiedad que “el calibre .22 es un término que normalmente se emplea mal en España, pues cuando lo utilizamos los cazadores normalmente nos queremos referir al cartucho .22 Long Rifle, que es el .22 más conocido y utilizado en nuestro país y en todo el mundo, pero lo cierto es que no existe un único cartucho del calibre .22, sino muchos”, aunque le falte el calificativo ya expresado de “percusión anular”.

Así pues, y resumiendo, llego a la conclusión de que se puede cazar con un arma de calibre .22, a excepción de los cartuchos de este calibre de “percusión anular”, o sea que se puede cazar con multitud de armas de este calibre siempre y cuando utilicen cartuchos de “fuego o percusión central”. Y para más detalle sobre estos cartuchos remito a los lectores al artículo mencionado de Juan Francisco Paris, el cual sabe infinitamente más que yo sobre el tema.

Me gustaría conocer de forma literal el escrito, informe o lo que sea, donde la Intervención Central de Armas de la Guardia Civil reconoce que "el calibre .22 no está prohibido y que no existen limitaciones en el actual reglamento de armas para su uso en caza...”

Concluyendo, interpreto que, el anterior informe de la Guardia Civil puede referirse  a los cartuchos calibre 22 de “percusión o fuego central”, como por ejemplo el .222 Remington, ya que las armas recamaradas para este cartucho (cartucho y no calibre) entrarían dentro de las de Clase Segunda: “Armas de fuego largas rayadas: Se comprenden aquellas armas utilizables para caza mayor” y las armas que usen los cartuchos de calibre .22 de “percusión o fuego anular”, como por ejemplo .22 Long Rifle y el 5,6 milímetros (22 americano), de percusión anular, seguirían siendo armas de tiro deportivo y prohibidas para la caza, dentro de la Clase Tercera.

lunes, 24 de septiembre de 2012

TRANSPORTE DE LAS ARMAS DE CAZA


TRANSPORTE DE LAS ARMAS DE CAZA

(24 de Septiembre de 2.012)

 Discutía este verano con mi sobrino Javier un tema bastante controvertido como es el transporte de las armas de caza. Nos referíamos fundamentalmente al transporte de las mismas dentro de los vehículos dentro del territorio nacional.

Nuestras posturas eran encontradas. Mi sobrino opina que no es necesario que tenga que ir uno a ejercer una acción cinegética para estar autorizado a portar las armas en el coche, o sea que uno debería poder llevar sus armas dentro del coche cada vez que lo estime necesario, sin necesidad de tener que ir a cazar. Discrepo con él y opino, que cuando un particular lleve sus armas de caza en el coche debe ser porque vaya a cazar o tenga necesidad de transportarla a una armería para su posible reparación, campo de tiro, etc... En caso contrario deben permanecer  en lugar seguro, normalmente el domicilio particular, y a buen recaudo.

No sólo es mi sobrino con el que discrepo en estos temas; también lo hago con el Sr. Alonso Sánchez Gascón, columnista de la prestigiosa revista “Trofeo”, el cual en su artículo mensual titulado “El Peso de la Ley”, referido en otro artículo, Trofeo Septiembre 2009, nº 472, titulado “Retirada de armas por prudente criterio de la autoridad”, expresa: “Aunque parezca increíble, no es la primera vez que a un cazador le retiran un arma perfectamente documentada porque el agente de turno interpreta que no tiene motivos para portarla. ¿Cómo es posible que ocurra esto? ¿Abuso de autoridad o simplemente falta de criterio del agente?”  Parece ser que el Sr. Gascón se postura en contra de una autoridad que se limita exclusivamente a intentar cumplir con su obligación, intentando llevar a cabo el cumplimiento de una norma.

Continua exponiendo un caso hipotético y escribe lo siguiente: “Los hechos, no sé si demasiado frecuentes, que quiero tratar aquí se resumen en lo siguiente: un cazador va circulando por una carretera, la Guardia Civil lo para -iba a decir lo detiene-, le hace abrir el maletero y le encuentra el rifle o la escopeta. Después de un breve diálogo en plan de: "¿De dónde viene?, ¿a dónde va? De una montería, a mi casa, etc. Lo siento, pero tengo que retirarle el arma. ¿Por qué? Porque no tiene usted necesidad de llevarla consigo", le retiran el arma, en efecto. El cazador se queda estupefacto, pues lleva todo en regla”.

Sr. Gascón, a mí y a otros compañeros nos ha parado la Guardia Civil  multitud de veces en la carretera, cuando íbamos a cazar y en mi caso particular en dos ocasiones en las que iba con la mujer de vacaciones. Después de ese diálogo de: "¿De dónde viene?, ¿a dónde va? y mi contestación: “Vengo de mi casa y voy al pueblo de vacaciones”, sigue la pregunta: “Para qué lleva las armas”, respuesta: “Soy socio de la Sociedad de mi pueblo, tenemos permisos de rececho por daños y también el descaste de conejos y la media veda”, respuesta: “Puede Vd. seguir”. Claro, que puede suceder que se haya producido un atentado terrorista, bastante común por desgracia en este país, que esos agentes tengan instrucciones precisas de actuación y que, en última instancia, siempre según su criterio, reconozco que por desgracia en algunas ocasiones no muy prudentes, somos humanos cada uno de nuestro padre y nuestra madre, decidan curarse en salud y retirar el arma a un individuo en particular. Creo que alguna que otra vez puede ser uno molestado en aras del bien común.

Lo que si le digo es que yo, supongo que también todo el mundo,  cuando me voy a la playa de vacaciones no se me ocurre, ni por asomo, llevarme las armas y depositarlas en el hotel y menos aún bajarlas conmigo al chiringuito.

Alude el Sr. Gascón al artículo 146 del Real Decreto 137/1993, de 29 de enero, por el que se aprueba el reglamento de armas, modificado recientemente por el Real Decreto 976/2011, de 8 de julio, que tuvo tanta polémica, el cual especifica con claridad en su artículo 146 que “Queda prohibido portar, exhibir y usar fuera del domicilio, del lugar de trabajo, en su caso, o de las correspondientes actividades deportivas, cualquiera clase de armas de fuego cortas y armas blancas, especialmente aquellas que tengan hoja puntiaguda, así como en general armas de las categorías 5, 6 y 7. Queda al prudente criterio de las autoridades y sus agentes apreciar si el portador de las armas tiene o no necesidad de llevarlas consigo, según la ocasión, momento o circunstancia en especial si se trata de armas amparadas en licencias B, por razones de seguridad”

Se refiere esta parte del artículo a armas blancas (Clase 5), armas históricas (Clase 6) y armas de inyección anestésica (Clase 7). No nombra en esta parte para nada a las armas de caza: escopetas (clase 3) y rifles (Clase 2). Por lo tanto, la prohibición de portar fuera de las correspondientes actividades deportivas, en este caso actividad cinegética, sólo cuenta para las armas blancas de posible uso para remate por parte de un cazador, ya que las dos restantes, históricas (6) y anestésicas (7) tienen un uso muy limitado para acciones de caza. Interpreto, por consiguiente, que se puede llevar en el coche una escopeta, un rifle, ó los dos a la vez, sin necesidad de que se vaya a cazar, eso si, siempre que vayan correctamente documentados. Por otra parte, ¿con que intención puede llevarse en el coche un cuchillo de remate si no es para cazar? Igual debe pasar con las armas de fuego para cazar.

Eso si, si seguimos leyendo, el artículo 147 vemos que dice lo siguiente: “1. Los usuarios de las armas deberán estar en todo momento en condiciones de controlarlas. En la presencia o proximidad de otras personas, deberán actuar con la diligencia y precauciones necesarias y comportarse de forma que no puedan causar peligro, daños, perjuicios o molestias a terceras personas o a sus bienes. 2. Queda prohibido portar, exhibir o usar las armas: Sin necesidad o de modo negligente o temerario. Mientras se utilizan cascos o auriculares conectados con aparatos receptores o reproductores de sonidos. Bajo los efectos de bebidas alcohólicas, estupefacientes, psicotrópicos, estimulantes u otras sustancias análogas”.

Se aprecia en este apartado cosas importantes y que considero de Perogrullo: primero, el cazador debe ser responsable del control de sus armas, ¿Quién si no? , segundo, ha de ser precavido con las mismas, sobre todo en presencia de los compañeros de caza, no usándolas de  forma negligente o innecesaria, totalmente de acuerdo, no hay que olvidar el refrán tan antiguo de que “las armas las carga el diablo”, indicativo de que todas las precauciones son pocas, y por último la prohibición del uso de las armas si el cazador no se encuentra en unas mínimas condiciones físicas para su uso. En este último caso, aunque no sea frecuente, tampoco es extraño observar en los prolegómenos de una cacería, monterías sobre todo, a cazadores con alguna que otra copa de más.

Sobre la casuística existente, como el ejemplo típico de que si me voy de vacaciones y me roban las armas vaya a ser responsable del robo de las mismas, se entiende fácilmente que puede suceder igual que si me las roban porque me ausente de la vivienda habitual para ir al trabajo ó al cine. Estaría bonito ver a las personas con toda la parafernalia de las armas en el trabajo, cine o en el bar de abajo. Si no me las llevo a estos sitios, ¿porque me las habría de llevar en vacaciones? La vivienda habitual, el domicilio, es considerada por la Ley como el lugar habitual donde se guardan las armas de caza, algunas en su armero correspondiente, aunque opino que deberían ser todas. Y ¡por favor!, no les busquen cinco pies al gato porque al final puede que se los encuentren, aunque no los tengan.

Sobre la cuestión de que “Queda al prudente criterio de las autoridades y sus agentes apreciar si el portador de las armas tiene o no necesidad de llevarlas consigo, según la ocasión, momento o circunstancia en especial si se trata de armas amparadas en licencias B, por razones de seguridad” debo hacer constar, que debemos creer y confiar en que nuestras autoridades y sus agentes tienen un prudente criterio a la hora de ejercer sus acciones de vigilancia y control, ya que de lo contrario, ¿en quienes hemos de confiar? ¿En la primera persona que te encuentres?

viernes, 7 de septiembre de 2012

NECESIDAD Y CUMPLIMIENTO DE LAS NORMAS


NECESIDAD Y CUMPLIMIENTO DE LAS NORMAS
(7 de Septiembre de 2.012)

         Se ha iniciado en la revista Trofeo Caza&Conservación, Septiembre 2.012, nº 508, una nueva sección titulada “Grandes cazadores”. En ella se intentará describir a grandes rasgos los hechos y vivencias experimentados por estos grandes hombres. Ha comenzado esta sección con el famoso Frederick Courteney Selous, genuino representante inglés de los cazadores africanos del siglo XIX. Firma el artículo Jesús Nuño. Por mi parte, me parece muy bien esta iniciativa llevada a cabo por la revista, de la que espero dure bastante dado  el abundante número de estos personajes.

Hay algo que me ha llamado la atención del artículo. El autor, en el comienzo, al hacer una breve semblanza del personaje, le achaca a su carácter  “tener un sano desprecio por las normas”. Si por “sano” entendemos de buena moral e intención sincera y por “desprecio” falta de estima ó aprecio, desaire y desdén, hay que concluir que a este señor las normas le  traían sin cuidado, puede que algo normal después de estar acostumbrado a desarrollar su afición en África durante el siglo XIX, tiempo y lugar donde las normas debían brillar por su ausencia. Tengo un amigo, también cazador, que dice que “las normas están para no cumplirlas”, a pesar de que el lugar y tiempo son bastantes distintos.

Esta cualidad, “sano desprecio por las normas”, parece estar reservada para aquellos personajes que han destacado en la vida por alguna circunstancia, los denominados en un lenguaje americano “ganadores”. Estos, en lenguaje español se denominan “politicos”, “agentes sociales”, “agentes empresariales”…. Gentes que están por encima del bien y del mal. A ellos se les permite, incluso se les elogia y encomia, el pasar por las normas sin cumplirlas. Eso sí, todos los demás ciudadanos, los verdaderos currantes, que a pesar de no ser “ganadores” ni “lo otro”, son los que sacan a la colectividad a flote, están obligados a cumplirlas so pena de recibir el correspondientes castigo.

  Viene también a mi recuerdo otra sección, con solera, de la revista Trofeo. Me refiero a la denominada "El Peso de la Ley”, del abogado Alonso Sánchez Gascón. El artículo correspondiente al mes de Agosto pasado, nº 507, dice en titulares, margen del artículo, al tratar sobre el uso del calibre .22, cito textualmente: “Los cazadores deben utilizar las armas y calibres que les dé la gana y según el gusto cinegético que cada uno tenga, y nadie debe meterse en estos asuntos tan personales”.
           Creo, es una opinión, que el Sr. Gascón, al igual que nuestro personaje Frederick Courteney Selous, tiene también esa rara cualidad de tener un “sano desprecio por las normas”. Pero además, parece ser que alienta, de alguna manera, a que también lo tengan otros cazadores, ya que parece ser, es de la opinión de que los cazadores deben hacer lo que les de la gana, independientemente de la afectación de su acciones a otros grupos. ¿Es así, Sr. Sánchez Gascón? ¿O es que interpreto mal sus palabras?  

            De cualquier forma, no es la primera vez que el Sr. Sánchez Gascón opina de esta manera. Si nos remontamos a otros artículos de opinión de su columna “El Peso de la Ley”, observo en los mismos que este señor tiene por norma generalizar en la mayoría de sus artículos, haciendo regla de la excepción y metiendo en un mismo saco a todo un colectivo por sucesión de algún caso puntual a alguno de sus componentes. 

Pondré algunos ejemplos para ver de explicarme:

  • Trofeo Enero 2011, nº 488, artículo titulado “La custodia de las armas de fuego”, título del mismo margen: “Estamos obligados a guardar las armas en un lugar seguro. Muy bien, pero, ¿qué es un lugar seguro? Alguien, inocente, podría pensar que cualquier lugar que yo, propietario del arma y primer interesado, entienda que es de difícil acceso para los ladrones, pero no es así”. Deduzco de lo expresado que el Sr. Gascón es partidario de que cada cazador, de forma individual y totalmente subjetiva, elija cómo y donde debe guardar su arma. Sigue diciendo, comienzo del artículo, de una forma totalmente despectiva y desprestigiando una norma al decir literalmente: “…el Reglamento de Armas, ese papelucho a todas luces abusivo, pero que lo es menos que el que viene, que todos estamos obligados”. Menos mal que el que viene, el nuevo Reglamento, es menos abusivo.
  •  Trofeo Septiembre 2009, nº 472, artículo titulado “Retirada de armas por prudente criterio de la autoridad”, idem: “Aunque parezca increíble, no es la primera vez que a un cazador le retiran un arma perfectamente documentada porque el agente de turno interpreta que no tiene motivos para portarla. ¿Cómo es posible que ocurra esto? ¿Abuso de autoridad o simplemente falta de criterio del agente?” Sigue el Sr. Gascón en contra de una autoridad que se limita exclusivamente a intentar cumplir con su obligación, intentando llevar a cabo el cumplimiento de una norma.
  •  Trofeo Edición del 01/07/2012, Nº 506, artículo titulado “Los guardas de caza y la Ley (y VIII)”, escribe lo siguiente: “Retomo lo dicho en mi artículo anterior. Me informan (y además tengo un expediente, o dos, o tres encima de la mesa) de que, en Andalucía, los funcionarios competentes, sí, éstos que parece que actúan como si el cortijo fuera suyo, no tramitan o no tramitan correctamente las denuncias de los Guardas Particulares del Campo-Guardas de Caza, de tal modo que estos expedientes, se sobreseen, se archivan, caducan o prescriben. Sólo tramitan, me dicen (es “vox populi”), las denuncias de “sus” guardas”, Aquí, en este artículo defiende a los guardas de caza, en contra de lo que opinaba en otro sobre el abuso de autoridad ¿En que quedamos Sr. Gascón? ¡Ah! , algo mas importante, los funcionarios competentes, que son los “de carrera”, Vd. debe saber a que me refiero, ni son los dueños del cortijo, ni actúan como si los fueran; creo está Vd. confundiendo a estas personas con otras, llámense empleados públicos.
          Le debe quedar claro al Sr. Gascón que la Administración está, en su mayor parte,  dirigida por esas personas nombradas mas arriba y que tienen ese “sano desprecio por las normas”. Esos que se cubren unos a otros entre sí, pasan por encima de los ciudadanos que pagan sus impuestos, entre los que se encuentran aquellos trabajadores de la Administración, funcionarios de carrera competentes, que han aprobado una oposición y tienen vocación de servicio público,  que cobran por servir al administrado, que es en definitiva quien les paga, y que cada vez trabajan más por menos. Esos que tienen ese “sano desprecio por las normas” es el colectivo a extirpar. Que se marchen y dejen a los funcionarios hacer su trabajo.

         Sr. Gascón, los ignorantes de la Ley puede que estemos disculpados a la hora de criticarla sin fundamento, todavía más cuando nos encontramos en las famosas tertulias y mentideros de antes y después de las cacerías, pero Vd. es abogado, licenciado en derecho en ejercicio de su carrera, conocedor de los procedimientos que mueve ese mundo farragoso de las Leyes y diserta, con sus artículos en la revista, desde un lugar a través del cual llega a muchas personas, bastante de las cuales leen su artículo como si de un catecismo se tratara. Debería ser el más indicado no sólo en acatar las normas, sino también en cumplirlas y, algo muy importante, como es llevar a cabo la labor de su difusión, mediante el ejercicio libre de su profesión y con su columna “El Peso de la Ley” de la revista “Trofeo, Caza&Conservación”. En definitiva, en mi opinión, nadie, en especial Vd., debería ser de esas personas que tienen “un sano desprecio por las normas”. No estaría demás, que tratara de ser más objetivo sin necesidad de dejar aparcadas sus críticas.

         Creo que el Sr. Gascón, como muchos otros, se ven obligados a escribir todos los meses un artículo en la revista y de vez en cuando se pasa en sus críticas. No se puede inducir a los lectores a pensar que una acción individual puede llegar a ser mejor que una colegiada.

         Aunque su opinión, la del Sr. Gascón, no sea la de la revista donde escribe, creo que este artículo debería ser revisado de vez en cuando por la redacción correspondiente.