martes, 15 de enero de 2013

LA LIEBRE DE LAS OREJAS ASERRADAS


La Nochevieja en Monesterio, sólo con la mujer, fue de lo más tranquila. A las diez, dado que la mayoría de los bares estaban cerrados, ya estábamos en casa. Mi sobrino Javier se prometía una noche parecida y a mediodía de la víspera me propuso ir a dar una vuelta al campo, a ver si matábamos alguna liebre y ¿por qué no?, alguna "perdigacha". Acepté dado que la general se cierra el día 6 de Enero y puede que este día sea el único que me de una oportunidad de cazar al salto.
No madrugamos mucho, sobre las nueve de la mañana llegamos al campo, contando sólo con la ayuda de “Chico”, el perro de mi sobrino, un cruce de pointer y cocker que tiene buena voluntad pero le falta práctica, morder caza; algo difícil en estos días, dada la escasez tanto de días hábiles como de piezas.
No hacia mas de media hora cuando “Chico” pica una liebre, el perro se calienta y sale con ella latiendo entre las retamas; mi sobrino le larga dos tiros y se le va. A los cinco minutos el perro vuelve a echar otra, quizás la misma, y esta vez viene para donde yo estoy; la liebre no da la cara y para cuando la veo va lejos y entre las retamas. Le largo dos tiros, pero tampoco la toco. ¡Estamos buenos! La liebre nos la ha jugado de puño a los dos.
Volamos cinco o seis pájaros, todos fuera de tiro, no hay quien le eche los puntos a estas malditas de las patas colorás. Vuelan hacia delante ó atrás para escaparse por los laterales para no volver a verlas más en todo el día. Se acabó aquello que decían los antiguos de darles tres vuelos a la perdiz y después al matadero. Ahora con verlas ya es bastante.
 Entro en un retamal, la densidad de estos arbustos es abundante, y veo como se escurre una liebre a la derecha sin que me de oportunidad de tirarla. Cinco minutos más tarde tira mi sobrino y esta vez si acierta: es una liebre. ¡Bueno! Llevamos una pieza.                         
Al regreso entra mi sobrino en un rodal de retamas y me quedo fuera a la espera, a ver que pasa. Late el perro, suena un tiro y enseguida la voz de ¡Ahí la llevas! Sale la liebre del manchón como una exhalación, ha olido la pólvora y oído el estampido, amen de llevar detrás el latido de “Chico”, pero esta vez además de estar prevenido me ha cogido en el lugar idóneo, dominando el recorrido de la liebre desde una elevación del terreno, y echarle los puntos  no ha entrañado dificultad; la velocidad  del animal hace que al disparo de dos o tres volteretas. Ha sido un lance muy bonito. Enseguida llega el perro, se pasa al principio pero enseguida se vuelve y se encela con ella mordiéndola con ahínco. Lo dicho, este perro podía ser bueno, pero a ver donde practica. Lo acaricio llamándolo al orden:
- ¡Quieto hombre, quieto! ¡Que ya está muerta! Le palmeo en los lomos y le quito la liebre de la boca con suavidad.
Es una hembra adulta, la meto en el macuto. Llegaríamos al coche sin que se presentara otro lance.
En un principio, en el campo, no me percaté del detalle, pero después en casa, mientras desollaba el animal, me fijo sorprendido en las orejas, en los bordes de las mismas: están aserrados de la misma forma en que aparecen muchas hojas de las plantas. No se a que a que es debido este fenómeno, siempre he visto las orejas de las liebres con los bordes lisos, excepción hecha de orejas rotas o rajadas por el monte o por pelea de los animales, principalmente los machos. Pero esta perfección en el aserramiento,  y encima de las dos orejas, no es muy corriente; la liebre no es un macho y por otra parte el terreno no es de monte espinoso, lo más abundante son las retamas. Pudiera ser consecuencia de un tamujar[1] que hay en las inmediaciones, pero no lo creo.
Vemos en las fotos el esquema de una hoja con los bordes aserrados, una hoja de olmo, lasorejas de la liebre y un detalle de una rama de tamujo.
Hoja aserrada
Hoja del olmo
Muchas veces los animales silvestres son cogidos de pequeñitos y hay quien se entretiene marcándolos de alguna manera para luego soltarlos. Hay unas tijeras en peluquería con los bordes aserrados, denominadas de esculpir o entresacar y no me extrañaría que algún aprendiz de peluquero hubiera cogido algún lebrato por estos contornos y lo hubiera soltado después de haberle hecho la “peluquería”.
Detalle de rama de tamujo

Orejas de la liebre con los bordes aserrados
Tijeras peluqueras de esculpir






[1] El tamujo, escobón de río o espino de las escobas (Flueggea tinctoria), es una planta de la familia de las filantáceas. Suele encontrarse en la orilla de las corrientes de agua agrupada en poblaciones o matorrales llamados "tamujares", preferentemente en suelos rocosos bien drenados. Es un arbusto caducifolio, ramificado y con espinas rígidas, que alcanza en promedio 2 m de altura. Las hojas son alternas, ovaladas de color verde obscuro

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