domingo, 19 de junio de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016 SOBRE LA CAZA MENOR: I. Ausencia total del conejo: pura presencia testimonial


La caza menor se acaba, o por lo menos esa es la conclusión que yo saco. Hablo de las características especiales de los terrenos que conforman la Sociedad Local de Cazadores Nª Sª de Tentudía de Monesterio (Badajoz). Aunque desde luego el problema no es privativo de esta Sociedad. El mal está más generalizado de lo que creemos. Intentaré enumerar aquellas circunstancias, que a mi parecer, están acabando con la caza menor, sin intentar dogmatizar sobre el tema, entiendo algo pero no soy un experto ya que al tema le afectan muchos factores y tiene varios agentes implicados, pero si ver si las personas que estamos en el ajo tomamos conciencia del problema y vemos si somos capaces de ponerle algo de solución.


1) Ausencia total del conejo: pura presencia testimonial
2) Las liebres equivocan su ciclo
3) El problema de la perdiz
4) Las migratorias
5) La paradoja del zorro
6) Dos invitados cada vez más abundantes: el meloncillo y la gineta
7) Algunas anomalías: becadas y codornices
8) La climatología
9) Escasez general de la caza menor
10) La juventud debería aprender a cazar
11) Conclusiones

1) Ausencia total del conejo: pura presencia testimonial

Este animalito ha sido desde los tiempos más remoto uno de los principales representantes de la geografía española, hasta tal punto de que la península ibérica llegó a recibir el sobrenombre de “tierra de conejos”.  Debido a su abundancia se convirtió en la presa de un sinfín de predadores emblemáticos de la península: el lince ibérico, el águila imperial, el búho real, etc..., y de otros menos emblemáticos: zorro, gineta, meloncillo, etc...
Pero debido a distintas circunstancias, unas archiconocidas como las famosas enfermedades víricas, y otras no tan conocidas, la abundancia de antaño se trocó en la escasez de hogaño.
Creo que esta escasez del conejo se ha convertido, no sólo en Monesterio, sino también en cualquier otro coto de caza, en el principal problema cinegético. No es que los terrenos de la Sociedad Local se hayan caracterizado en tiempos anteriores por abundancia de conejos, pero sí que había los suficientes para satisfacer a cazadores y depredadores. Digamos que era un parapeto que servía para tener protegidas las otras dos especies principales de la menor: la liebre y la perdiz.


No se la razón por la cual el conejo no se ha recuperado en Monesterio de sus enfermedades, mixomatosis y NHV. Quizás habría que planteárselo al contrario: ¿por qué se recupera en otros sitios? ¿Por qué en otros su abundancia llega a constituirse casi como una plaga? Estos años atrás se veían conejos en primavera cuando comenzaban a criar y aunque después desaparecían como por ensalmo, siempre aparecía alguno que otro entre las piezas cobradas en las cacerías de la general en el otoño. Pero últimamente, hace dos o tres años, no se ve ninguno. Es verdad que debido a esta escasez, tanto los cazadores aficionados a esta pieza como los perros especializados en la misma están desapareciendo, pero por ello mismo podría esperarse que se recuperaran por descender la presión cinegética. Pues es todo lo contrario, cada vez se ven menos conejos. Igual está pasando en otros lugares donde se mataban cientos de ellos; me refiero a la Sierra Norte de Sevilla, ya comenté en la temporada pasada el fracaso de la jornada de descaste en Hamapega (Guadalcanal). No ocurre lo mismo con los conejos en otros lugares con escasez de monte y dedicados a terrenos de cultivo: olivares, viñas, frutales, etc... En estos lugares se están convirtiendo en verdaderas plagas: el mismo verano que estuve en Guadalcanal estuve invitado en la finca “La Coronela” de la campiña de Sevilla, ver foto, finca dedicada fundamentalmente al cultivo de cereales y olivar; era ya la cuarta cacería que se daba y en un par de horas por la mañana, al pasillo, sin perros, entre dos, cobramos 24.
En el conejo de monte se encuentra la salvación del resto de especies cinegéticas y no cinegéticas, algunas de ellas en peligro de extinción, precisamente debido a esta escasez. Ahí tenemos el caso del lince ibérico y en menor medida el águila imperial. La supervivencia de estas dos especies depende en un porcentaje bastante alto de la abundancia o escasez de este pequeño lagomorfo. De forma paralela y como ya hemos expresado anteriormente, de la abundancia del conejo depende la mayor o menor presión cinegética de las demás especies cazables. Pues bien, ningún cazador o ecologista con un mínimo sentido común se explica como el conejo está abandonado por la administración y se están gastando cientos de millones de euros en crías en cautividad de linces y águilas sin ningún sentido práctico o por los menos muy discutibles.
Está claro que la caza menor en Monesterio se encuentra en vías, sino de extinción, si de una situación bastante grave. Sólo nos queda un remedio a los cazadores, después de hartos de salir al campo para no ver nada: o cazamos de forma descafeinada, llámese suelta de especies de granja, o bien nos apuntamos a la montería. Esto puede que quizás sea relativamente fácil para los cazadores viejos que vemos en estas dos modalidades de caza una cierta comodidad, pero ¿qué les queda a los jóvenes y a aquellos que sientan sus primeros escarceos en una jornada de caza al salto acompañado de perros? Una cosa es cierta, la caza no está en a mejor de las situaciones para crear afición, muy al contrario, está provocando abandonos temporada a temporada. El futuro de la caza menor no es nada halagüeño.
De cualquier forma, el porqué de la escasez del conejo en unos sitios y su abundancia en otros, será cuestión de análisis para otra ocasión.

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