miércoles, 27 de julio de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016: VIII. La climatología



Otra cuestión no desdeñable es el comportamiento más o menos raro de la climatología. Estamos asistiendo desde hace algún tiempo, este año ha sido más acusado, a un desarrollo climatológico que a mí se me antoja, por ponerle algún calificativo, poco habitual. Las estaciones no se desarrollan como debieran en un proceso progresivo, incremento de temperaturas, o regresivo, descenso de las mismas. Me explicaré; lo normal es que cuando se pasa de una a otra estación, las diferencias tanto de temperatura como de lluvias se sucedan de una forma continua, con más o menos altibajos. Se cumpliría aquel refrán popular que dice que “el tiempo no se lo comen los lobos”, para expresar que debe llegar el tiempo del frío, del calor, de las lluvias, de la heladas, tormentas, y todos los demás fenómenos meteorológicos, a su debido tiempo. Así, si vamos del verano al otoño las temperaturas irán descendiendo de forma progresiva hasta llegar unos mínimos en el invierno, dependiendo de la zona, y continuar ascendiendo hasta volver al verano, hasta temperaturas propias del lugar considerado. De la misma forma, las lluvias se mostraran entrado el otoño hasta el comienzo del verano de una forma regular, tormentas aparte. Es indudable que tanto los descensos como los ascensos en el caso de las temperaturas no se producen de forma continua y lineal, sino que lo hacen con ciertos altibajos y que las lluvias no se producen cuando la tierra las necesita y que a veces llueve más de lo que uno hubiera deseado, pero este año han sucedido, a mi parecer, cosas raras.




Para comenzar el año agrícola, datos de la “aemet” en el aeropuerto de Sevilla, en septiembre no llovió absolutamente nada, con lo cual tuvimos un déficit de 27,00 l/m2. El mes de octubre terminó bien en cuanto a lluvias, 123,40 l/m2, cerrándose con un superávit de más de 60 l/m2. Noviembre empezó bien en cuanto a precipitaciones presagiando un otoño de ensueño, pero sólo llovió la primera semana, 44,70 l/m2, no volviendo a llover en todo el mes, acabándose con un déficit de más de 40 l/m2, no obstante lo cual los frutos del otoño, bellota y aceituna, fundamentalmente, se enmendaron bastante. De cualquier forma se comenzaba a notar la sequía que se preveía. El mes de diciembre se despide igual de seco o más que el anterior; sólo han caído 14,50 l/m2, lo que origina un déficit de 80,50 l/m2; hacía tiempo que no veíamos un otoño tan seco. El invierno entró seco, con lo cual volvimos a tener el mes de Enero deficitario, sólo cayeron 65,00 l/m2 originándose un déficit de más de 20,00 l/m2; de igual forma se comportó febrero con precipitaciones totales de 54,50 l/m2 y otro déficit, en este caso de casi 30,00 l/m2. En total hemos tenido un déficit acumulado de septiembre a febrero, inclusive, de cerca de 200,00 l/m2, con lo cual le temporada de caza ha sido bastante seca. De cualquier forma tenemos que remontarnos a los años 2.008 y 2.009 para comprobar un exceso de lluvia en el otoño.
Pero este año se distinguirá del resto, que yo recuerde, por haber tenido un invierno raro; que yo sepa no hemos tenido temperaturas por debajo de cero grado en Monesterio, por lo menos hasta terminar el mes de febrero; no es que sea raro que no hiele a partir de aquí, pero ya es más difícil. Bien es que algunos ganaderos a los que he preguntado me han afirmado que ha habido heladas, han observado algo de hielo en los charcos de los caminos, pero no han dejado de ser muy localizadas y de muy corta duración. Esas heladas persistentes de un día para otro y en algunos lugares presentes hasta la llegada de la primavera han sido inexistentes. El otro día, ya pasado el mes de febrero, estuve en Monesterio y pude ver que todavía había hierbabuena en el arriate de la casa, cuando lo normal es verla totalmente quemada y sin hojas a la espera de la llegada de la primavera.
Esta última estación, la primavera, ha sido francamente desigual por dos aspectos: irregularidad en la pluviometría y a igualdad de esta, el distinto comportamiento de la agricultura dependiendo de la situación geográfica del cultivo. Así, el mes de abril fue muy irregular en cuanto a la lluvia caída: en Sevilla prácticamente se puede decir que estuvo a las expectativas del año medio, algo por encima de este, y mientras más subíamos hacia el norte las precipitaciones iban en aumento: en Monesterio (Badajoz), se registraron por algunos agricultores lluvias de 150 e incluso de hasta 200 l/m2 y por encima. El mes de mayo se “descolgó” con lluvias prácticamente en casi toda España, superando en Sevilla, en sólo una semana, la segunda, los 150 l/m2, muy por encima del año medio mensual. Los peregrinos de la romería del Roció, en Sevilla, y de S. Isidro, en Monesterio, pueden dar testimonio de ello. Pues bien, como decía más arriba, estas lluvias fueron, fundamentalmente las de mayo, perjudiciales o beneficiosas dependiendo del cultivo considerado y de la situación de este geográficamente hablando. Así en la provincia de Sevilla, estas lluvias, han propiciado el desarrollo y crecimiento del girasol en la etapa más importante de su desarrollo: la producción de las flores. En esta fase es cuando la planta necesita más agua, pudiendo afectar un déficit hídrico a la expansión floral, tamaño de la inflorescencia, y al número de flores y consecuentemente al nº de granos o semillas; después se produce la acumulación de carbohidratos, ácidos grasos y proteínas en los granos, determinándose el peso de los mismos y su porcentaje de aceite. Pero en la misma finca que se producía este “milagro”, se podía observar una siembra de trigo “comida” por las malas hierbas y que seguramente no fuese a ser cosechado para grano, aunque si para heno del ganado o directamente aprovechada por este “a diente”. En estas mismas zonas, los terrenos dedicados a dehesa se encontraban patisecos y con una hierba rala y escasa a la cual le había caído mucha agua, pero a destiempo, muy tardía.



Nada que ver con la dehesa en Extremadura, que se encontraba en todo su esplendor. Y si seguimos más al norte, las lluvias caídas han sentado de maravilla a los trigos extremeños y castellanos, ya que se encontraban más tardíos. De ahí que la cosecha de trigo a nivel nacional haya sido buena y en Sevilla haya constituido una catástrofe.
Y claro, la caza está íntimamente ligada a la agricultura, unas veces para bien y otras para mal, y su desarrollo depende del estado general del campo: como comida y también como refugio.
Pero claro, ya lo dice el refranero, que “nunca llueve a gusto de todos” Enfrente de la romería, el llano de la finca “EL Cortijino” presentaba, desde el coche, un estado excelente: hierba de un color verde y a una buena altura. Esta finca, de unas 400 ha de dehesa, tiene este llano de unas 100 ha, desprovisto de árboles, que de siempre se dedicó a la agricultura: trigo, cebada o avena. Después, se sembraba una de mezcla de gramíneas y leguminosas, la clásica veza-avena, que se recolectaba en forma de heno para almacenar y alimentar al ganado en épocas de escasez. En estos tiempos estas siembras constituían refugio y alimentación excelentes para la caza en la época de cría. Pero ya en la actualidad y desde hace tiempo, más o menos desde la entrada en la UE, el ganado extensivo comenzó a recibir las subvenciones de Europa, la densidad del mismo se incrementó hasta grados extremos y se dejó de sembrar y se comenzó a comprar piensos y forrajes para suplementar la alimentación. Creo que ese fue el comienzo del declinar de la caza en la zona: pasar de explotaciones ganaderas con vocación agrícola para alimentar el ganado, a fincas dedicadas exclusivamente a la ganadería. Antes de estos acontecimientos, la densidad ganadera permitía el desarrollo de la caza y ahora, debido al incremento del ganado, la caza se ha visto expulsada de las zonas productivas, ahora esquilmadas por el ganado, hasta otras menos productivas o de monte con el consiguiente descenso en la misma. Pero creo que esto sería cuestión de dedicarle un capítulo aparte, aunque creo que ya he hablado del asunto en alguna ocasión.
Llego a “La Mimbre” y aunque las zonas de pastizal tienen buen aspecto, no puedo decir lo mismo de las encinas. Cuando para el coche para abrir la cancilla aprovecho para acercarme a una encina cercana y ver su aspecto más detenidamente. No presenta “hechadas” nuevas, aunque después de fijarme más detenidamente me parece observar brotes del año pero antiguos, posiblemente de antes del mes de mayo y algunas flores femeninas como abortadas, posiblemente atacadas de lagarta .
Se nota en los pastizales un desarrollo de las gramíneas sobre las leguminosas, debido fundamentalmente a la escasez de lluvias en el mes de abril, muy irregular en Monesterio, aunque se advierte la carga ganadera de la finca con zonas de pasto bastante roídas. El calor de la última semana se ha llevado la humedad más superficial del suelo y la hierba, poco arraigada durante el invierno, tiene las horas contadas a no ser que le caiga algún chaparrón. Los barrancos presentan cierta escorrentía de aguas más profundas; esta humedad se notará en los árboles, encinas y alcornoques, con raíces más metidas en el subsuelo. A ver si esto lo remedia, porque el arbolado presenta en líneas generales una falta de agua en el invierno, eso que suelen decir las gentes del campo: “los árboles no ha cogido savia”.
El resultado en la caza es bastante incierto; muchas nidadas se estropearon con las lluvias y a partir de estas se vieron parejas de perdices sueltas, como si estuvieran formando nido de nuevo. A estas alturas la caza es desigual dependiendo de la zona: sitios donde la perdiz ha criado bien y otros en los que no se ve ni un bando.

lunes, 18 de julio de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016: VII. Algunas anomalías: becadas y codornices


Siguen produciéndose rarezas en la caza. Siempre es normal que en algunos de los grupos, no todos ni en todos los lotes de caza, se cobren a lo largo de la temporada alguna becada y/o codorniz, más raro esta última. Esta temporada, sin embargo se han visto las becadas al principio del otoño y también codornices, en mayor número que otros años. Es evidente que el tiempo está cambiando y con ello las costumbres de algunas de las especies de caza, sobre todo las que emigran a España, ya sea para pasar el invierno o para su periodo de crianza en el verano. Así, la becada en su bajada desde las tierras del Norte sigue en su peregrinar buscando terrenos encharcados, los que sigue encontrando en Extremadura debido a la relativa abundancia de lluvia en el otoño y la codorniz se queda parte del otoño al encontrar comida y temperaturas más suaves de las normales.

 

Decididamente el tiempo está cambiando y este cambio debe tener algún tipo de influencia antropológica. Si no, ¿cómo nos íbamos a explicar el tipo de vida que llevamos?: estamos agotando poco a poco todas las reservas de petróleo, expoliando los bosques, contenidos los ríos, agotados los acuíferos, poniendo barreras artificiales a la naturaleza – carreteras, autopistas, vías férreas, pantanos, líneas aéreas, cercas, etc...etc... Paralelamente, de acuerdo a las necesidades de una población que crece en progresión acelerada, aunque parezca que últimamente se frena en según cuales sitios, la agricultura y ganadería han incrementado y multiplicado sus producciones en base a desarrollo de nuevas semillas, tratamientos fitosanitarios, plantas transgénicas, creación de nuevas razas ganaderas más productivas, medidas profilácticas y curativas para la ganadería, etc…etc... Todo ello, debido a un incremento del consumo basado sólo y exclusivamente en las leyes de la oferta y la demanda de la población.
Es hora de que reflexionemos y pongamos sobre la mesa las posibles soluciones a estos problemas de contaminaciones, cambios de clima, escasez de la fauna, etc., y pensemos de qué cosas podríamos prescindir sin necesidad de sufrir y hacer excesivos esfuerzos. Estoy seguro que si nos pusiéramos a pensar detenidamente, nos daríamos cuenta que muchas de las cosas de las que disfrutamos actualmente no nos hacen demasiado falta. Creo que, incluso con el tiempo, no las echaríamos de menos.
La realidad es que hemos pasado por unos años de “vacas gordas” en los que hemos dilapidado muchos productos y ahora los estamos echando de menos. Cuestión de acostumbrarse a la escasez; a la larga la naturaleza lo agradece.




(*) Este tipo de lesión es muy frecuente verlo en las palomas de ciudad. En la construcción del nido emplean todos los materiales a su alcance, entre los que pude haber hilos, pelos, trocitos de plástico o alguna gomilla de las usadas en papelería, las cuales se enredan en las patitas de los pichones cuando son pequeños y que al crecer les amputan las extremidades o como mal menor los dejan lisiados. 

miércoles, 6 de julio de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016: VI. Dos invitados cada vez más abundantes: el meloncillo y la gineta


        El meloncillo es un curioso animal que se ha presentado en nuestros terrenos de caza no se sabe bien de qué manera. Si uno consulta la bibliografía se encuentra de entrada que este animalito pertenece a la fauna ibérica, afirmación bastante gratuita, representado en la Península por la subespecie “Herpestes ichneumon widdringtonii”. Esta especie pertenece a la familia de los herpéstidos (Herpestidae), mamíferos placentarios pertenecientes al orden Carnívora. La subespecie presente en la Península está bien definida, ya que se distingue claramente de las poblaciones que hay en el norte de África por su tamaño algo mayor, globos auditivos más inflamados, color más oscuro en las poblaciones ibéricas y sobre todo por sus dientes más grandes. Se nota que ha evolucionado a mejor, dado que aquí ha encontrado en las especies de caza menor un reservorio energético que no tenía en su habitat original. La mayoría de las especies se conocen por el nombre de mangostas, siento esta la única mangosta europea, hecho raro de por sí.


  Yo, que llevo mucho tiempo cazando, desde los 10 años, tengo 68, puedo asegurar que el primer meloncillo que vi en el campo fue cuando ya era, relativamente, un cazador bastante experimentado, más de cincuenta años; y no sólo eso, sino que nunca en mi vida había oído decir a ningún cazador que hubiera visto alguno. Comenzaron a verse de pronto, como si hubiesen aparecido por arte de magia y entonces comenzaron a fraguarse distintas teorías sobre tan misteriosa aparición; la más comentada entre los cazadores, era la de que había sido introducida por los Organismos Oficiales adjuntos a la caza como animal que pudiera de alguna forma contribuir al equilibrio ecológico. Como si ya el hombre, no me refiero a los cazadores sino al hombre en general, no fuese el animal que más desafía este equilibrio con la explotación de los recursos naturales y domesticación y redistribución de especies animales.
Se piensa que la distribución del meloncillo en la península ibérica se debe a una acción antigua, aunque no es seguro. Probablemente fuera introducido por los fenicios, con la intención de eliminar de sus casas los ratones y reptiles.
Al igual que el meloncillo, nos encontramos con otro invitado, en este caso la jineta. Este animal, llamado también gato almizclero (Genetta genetta), es una especie de mamífero carnívoro de la familia de los vivérridos, la única de esta familia que se puede encontrar en Europa. Al igual que el meloncillo, parece ser que fue introducido en la Península Ibérica, en este caso por los árabes y con la misma intención: la eliminación de ratas, ratones y reptiles. Tampoco se veía mucho a este animal en el campo. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurría con el meloncillo, sí que se oía hablar de él a otros cazadores, sobre todo a los que solían cazar con podencos. 
Al igual que el meloncillo, la jineta parece haber experimentado una tendencia expansiva en la zona suroccidental de la península, siendo principalmente abundantes en Sierra Morena. En Extremadura, al no haber grandes depredadores como linces o lobos, no tienen depredadores naturales. A pesar de ello, la Administración Pública ha considerado a estos animales autóctonos, estando actualmente catalogados en Extremadura como "de interés especial" y su caza totalmente prohibida.
Lo que sí está claro es que no son animales autóctonos. Son especies que han sido introducidas de forma artificial en el ecosistema, considerándose por tanto especies invasoras, denominadas alóctonas, por los problemas que representan. Llama la atención que sean, las dos, las únicas especies pertenecientes a su familia, existentes en todo el continente europeo. En nuestros casos, son animales que han encontrado en las especies de caza menor, liebres, perdices y conejos, una fuente de energía que no tenían en sus ecosistemas originarios, causando perjuicio y pérdidas económicas en el ecosistema de destino, el nuestro. Comparte presas con el zorro o el lince, e incluso algunos ganaderos se quejan de que estos animales crean daños a sus animales, si bien no es habitual que las mangostas no ataquen a animales tan grandes.
Ante la proliferación de estas especies la Administración debería tomar cartas en el asunto y considerarlas, al igual que se ha hecho con el zorro, especies cinegéticas y regular su caza. La Asociación de Productores de Caza pide declarar a estos animales "especies exóticas invasoras" y así poder cazarlos.