lunes, 3 de julio de 2017

¿SON EVITABLES LOS INCENDIOS?

¿SON EVITABLES LOS INCENDIOS?

Todos los años por esta época, último tercio de la primavera y los primeros meses de verano, llegan irremisiblemente los odiados y temidos incendios.
Este año nos hemos estrenado con los incendios de la nación vecina, Portugal, y enseguida y antes de que estos se hubieran extinguido nos ha tocado a nosotros en la provincia de Huelva. Y no será el último. Ya lo dice el refrán “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, echa las tuyas a remojar”.  Como siempre el refrán no ha servido para nada y encima como en otras ocasiones, hemos asistido en las inmediaciones del incendio del t.m. de Mazagón (Huelva), lugar de inicio y más castigado por el fuego, a autoridades tanto del Gobierno Central, ministros de Agricultura, Interior y Trabajo, como a las correspondientes del Gobierno Autonómico, en este caso su Presidenta acompañada por el Consejero de Medio Ambiente y adláteres. Todo para condenar los posibles actos pirómanos y verificar con su presencia, todo cara al electorado, que se está contando con todos los medios humanos y materiales para remediarlo. Una situación de claro fracaso, como la acaecida, es aprovechada los políticos y la convierten por arte de birlibirloque en una situación de éxito o victoria. ¡Todos unos artistas!
Todo esto está muy bien, tenemos medios humanos y materiales en la Junta de Andalucía, no sé si suficientes y adecuados pero cuando llega el momento, y se produce el temido incendio, se despliegan en cantidad para que por lo menos en los medios de comunicación se vean a los bomberos con sus uniformes amarillos y protegidos por cascos así como la maquinaria aérea, aviones y helicópteros, y terrestre, buldócer, camiones con cubas y motobombas, etc. Otra cosa es que sean efectivos al cien por cien. No es nada fácil controlar un incendio, mucho menos apagarlo.
Tengo ya una edad, setenta años, y conocimientos de campo suficientes para constatar que cuando se produce un incendio, en las condiciones que se encuentran nuestros montes en la actualidad y salvo que se acuda a sofocarlo con prontitud, las acciones a llevar a cabo para sofocarlo son poco exitosas. Hay que acudir a las zonas preparadas al efecto durante el invierno, los denominados contrafuegos, para desde ellos intentar sofocarlos o por lo menos prevenir para que el incendio no se propague a la otra parte. Lo que se conoce cómo perimetrarlo. Pero dichos cortafuegos brillan por su ausencia.
La mayoría de nuestros montes cumplen todas las condiciones necesarias para que cuando se produzca un incendio, sea natural o provocado, por poco que las condiciones climáticas acompañen, sea calor y viento, este se propague de la forma más rápida y virulenta posible.
Estas condiciones negativas, aparte del clima, intrínsecas en nuestros montes, son dos: la cobertura vegetal a nivel del suelo formado por plantas herbáceas y arbustivas y la correspondiente arbórea. La primera, seca después de pasado el periodo primaveral, es un combustible perfecto para que el incendio se propague a la masa arbórea. Se suelen achacar los riesgos de incendios a una primavera escasa de agua, como la habida este año. Esta sequia influye sobre todo en el estado de la arboleda, la cual debido a la falta de humedad en el subsuelo se torna seca y proclive a quemarse, incluso, sin que la rocen las llamas, solo dándole el humo caliente. Por el contrario, si la primavera ha sido lluviosa la masa vegetal a nivel del suelo se produce en mucha más cantidad, con lo que el combustible, en caso de incendio, se incrementa y la masa arbórea, aunque esté menos reseca, también se quema. En cualquier caso, tanto si los árboles están resecos por falta de lluvias, como si la cobertura vegetal del suelo es grande por abundancia de las mismas, los riesgos son parecidos. Está claro por tanto, que para luchar contra los incendios hay que disminuir esa cobertura vegetal, limpiando el monte con aprovechamiento ganadero, manualmente o con maquinaria y sustituyendo la masa arbórea por otra más resistente al fuego.
Vemos pues que la forma de luchar contra un incendio debe ir en dos direcciones: una dirigida a la prevención y la otra a disponer de medios que posibiliten que cuando este se produzca sea extinguido de la forma mejor y más rápida. Claro que una tercera dirección debería ser la de castigar a los posibles culpables de los incendios, pero ese análisis lo dejo para los juristas.
Pues bien, todo el esfuerzo hecho por la Administración Pública se dirige casi exclusivamente en la segunda dirección: la extinción de un fuego ya producido.  Y eso que junto con Portugal tenemos una gran superficie de nuestros montes cubiertos por una masa arbórea que es altamente propensa a incendiarse: pinos y eucaliptus. El mayor, por no decir único, presupuesto se destina en los planes contra incendio de cara a la época de verano. Para colmo, el presupuesto de 2.016 de la Junta de Andalucía para desbroce y limpieza de montes en el invierno no se ha cumplido. Parece ser, no quiero ser mal pensado, que los políticos lo que quieren es “actuar”, en realidad son actores y no gestores, en los medios de comunicación, radio, TV y prensa, luchando por solucionar las catástrofes, sean de la índole que sea, entre ellas los incendios,  una vez producidas. Claro, las labores de prevención, por ser silenciosas, son totalmente inútiles cara al electorado, el cual se deja seducir por las actuaciones rimbombantes y mentirosas del político de turno. Algunas veces pienso si a ciertos dirigentes les queda tiempo para gestionar las misiones que tienen encomendadas después de las numerosas y tediosas apariciones en los medios de comunicación. Algunos sólo sirven para eso, son estupendos actores pero gestores pésimos. Deberíamos fijarnos más a la hora de votar en las gestiones realizadas y no en las actuaciones y promesas imposibles de cumplir.
Las administraciones deberían poner más énfasis en la prevención que en la extinción. Esta pasaría por realizar una política forestal a nivel nacional y a medio y largo plazo, con el consenso de la mayoría de los partidos políticos y el compromiso de su cumplimiento por el gobierno de turno. Un árbol no se siembra y crece en el tiempo que dura un partido en el gobierno; hay que darle tiempo a crecer. No se siembra una bellota para que uno disfrute de una encina, alcornoque o lo que sea, se siembra para que lo hagan nuestros hijos, nietos y demás descendencia.
Hemos vistos en los dos fuegos producidos en estos días, en Portugal y Huelva, a pesar de ser zonas orográficas totalmente distintas, una montañosa y otra totalmente llana, dos cosa totalmente similares: en Portugal carreteras interurbanas, pueblos enteros y viviendas rurales totalmente copadas por la vegetación, que a la postre han servido de ratoneras que han causado el mayor de los desastres, la pérdida de vidas humanas, más de 72 personas, casi nada. Igualmente en Huelva el fuego ha llegado a las inmediaciones de hoteles y campings, uno de ellos totalmente quemado, y no hay que lamentar pérdidas de vidas debido a lo plano del terreno y a la proximidad de la población hacia el mar.
Al más tonto de los mortales, después de estos dos incendios, lo primero que se le ocurriría sería aislar carreteras y zonas de residencia de la vegetación susceptible de quemarse, eliminando esta a una distancia prudencial. De la misma manera, a nadie se le ocurriría construirse un chalet adosado a una gasolinera o depósito de gas y sin embargo existen viviendas totalmente embutidas dentro de la vegetación, entre pinos y eucaliptus.  Hay que tener en cuenta que los pinos son árboles muy combustibles debido al contenido en resina de la madera y que las piñas al quemarse, debido a su constitución, explosionan y salen disparadas a más de cincuenta metros, siendo causa de la propagación de incendios a pesar de existencia de contrafuegos de anchura no suficiente. He visto personalmente como las piñas quemadas volaban atravesando una carretera y propagando el fuego.
Ahora se le presenta una ocasión que ni pintada a la Junta de Andalucía para luchar contra los incendios: la reconversión total de la zona quemada. No decir sólo que no se recalificará urbanísticamente ningún m2 del terreno quemado, algo hueco e innecesario ya que está prohibido por Ley, sino señalar y llevar a cabo las actuaciones a llevar a cabo culturalmente en dichos terrenos: una repoblación forestal adecuada a base de las plantas más resistentes al fuego, fundamentalmente encinas y alcornoques, y una infraestructura del terreno que permita hacer acotaciones y perimetrado del mismo una vez declarado el incendio. Y por supuesto el desbroce y limpieza del terreno en el invierno.
Yo recuerdo de mis tiempos jóvenes la existencia de incendios al acabarse la primavera y comienzos del verano, quizás bastante más numerosos que ahora. No había planes contra incendios, no había bomberos, no había aviones ni helicópteros, los vehículos de transporte eran mínimos, pero siempre eran atajados con prontitud de forma que la superficie quemada era mínima, nunca solía pasar de una cifra de dos o tres dígitos. Había algo que no existe ahora en la actualidad: gentes en el campo, hechas a las faenas duras, conocedores del entorno, que avisaban de los incendios y que se ponían, de forma totalmente desinteresada y voluntaria, a la labor de su extinción de forma inmediata.  Sólo usaban herramientas manuales y ramas de montes para apagar las llamas a porrazo limpio. En caso necesario se acudía al pueblo, las campanas de la iglesia tocaban a rebato y las gentes en masa acudían a sofocarlo. Además, muy importante, el campo estaba mucho más limpio de ese combustible que recubre el suelo tanto por los aprovechamientos ganaderos como por sus aprovechamientos para calentarse en el invierno, al tener que usar la leña como combustible industrial y doméstico.
Por el contrario, ogaño hay bastantes menos fuegos que antaño y sin embargo las extensiones de tierra quemadas son inmensamente mayores. No hay gente en el campo, los desempleados de los pueblos, cada vez más, no están dispuestos a acudir por no querer o no poder, los campos y montes cada vez están más sucios, no hay acceso a ellos con facilidad y aunque los medios sean mayores, los resultados son que una vez declarado un incendio tarda en accederse, este se propaga con más facilidad que antes debido a la chasca y mierda del monte, llegó la democracia mal llevada y el famoso dicho “cuando el monte se quema algo suyo se quema Sr. Conde”,  aparecieron legiones de “ecologistas” y entre unas cosas y otras la superficie quemada se ha subido a cifras de cuatro y hasta cinco dígitos. No olvidemos en el año 2.004 el fuego en las provincias de Sevilla y Huelva, con resultado de dos muertes y afectando en la comarca minera de Rio Tinto a más de 40.000,00 ha. En el 2.012 se quemaron 10.000,00 ha. en Málaga, en 2.016, 2.000,00 ha. en Castillo de las Guardas (Sevilla), por citar algunos. En este de Moguer (Huelva) se habla de entre 10.000,00 y 20.000,00 ha.



¿Qué ha hecho o que hará la Administración Pública en esos terrenos quemados? ¡NADA! ¿Se ha castigado a los causantes del fuego con resultado de muertes? ¡NO! ¿Se ha hecho un programa de reforestación forestal en los terrenos quemados? ¡NO! En la mayoría de los casos se espera a la regeneración natural del monte mediterráneo, el cual lo aguanta todo. ¿Se ha revisado la infraestructura del terreno para aprovechar carreteras y caminos con contrafuegos? ¡NO! ¿Se hacen contrafuegos dentro del monte? ¡NO! ¿Se mantienen durante el invierno a las brigadas anti-fuegos operativas? ¡NO! ¿Se usa la maquinaria terrestre anti-incendios en el invierno? ¡NO! ¿Se limpian los montes en el invierno? ¡NO! ¿Se limpian los laterales de caminos y carreteras? ¡NO! ¿Se fomenta el aprovechamiento ganadero para frenar el crecimiento de la cobertura vegetal del suelo? ¡NO! ¿Están los bomberos suficientemente formados y entrenados? ¡NO! Por el contrario ¿se obliga a los propietarios de fincas privadas a hacer los cortafuegos correspondientes junto a carreteras y caminos? ¡SI! ¿Se contrata personal para el verano? ¡SI! ¿Se adquiere maquinaria terrestre y aérea para usar en el verano? ¡SI! Y por supuesto, ¿se dejan ver los políticos para condenar a los pirómanos y “decir” las medidas a tomar en pleno incendio en los medios de comunicación? ¡SI! Por último ¿nos dejamos los votantes engañar por lo que dicen esos políticos respecto a incendios y más cosas en los medios de comunicación? ¡SI!  Todas estas respuestas afirmativas van encaminadas para cuando llega la catástrofe, el incendio, hacerse la foto en presencia de multitudes.  La solución a las respuestas anteriores, las negativas, no son electoralmente rentables. ¿Hasta cuándo durará esta situación? Creo que va para largo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario