SEGUIMOS
CON EL CLIMA: INFLUENCIA EN LA VEGETACIÓN Y EN LA CAZA
(4 de Junio de 2.012)
Escribía el 5
de Abril de 2.012 bajo el título “PROLEGÓMENOS DE LA TEMPORADA: LA
CLIMATOLOGÍA EN CONTRA”, ciertas impresiones sobre el comportamiento de
la climatología y sus consecuencias para la caza.
Hablaba sobre la sequia al
comienzo de la temporada, no comenzó a llover hasta últimos de Octubre, un
final de otoño prometedor en cuanto a lluvias, un invierno totalmente seco y atípico
en cuanto a temperaturas, calor en Enero, frío en Febrero y vuelta a el calor en
Marzo, y se despidió el mes de Marzo con lluvias presagiando un Abril lluvioso,
pero no nos deparó nada agradable.
Abril
transcurrió con lluvias totalmente irregulares, sitios en los que caía una gran
tormenta y otros en los que no se dejó ver ni una sola gota de agua. Para colmo
de males, los aires solanos fueron de lo más frecuentes y las tierras cortas y descolgadas
se quedaron totalmente secas, con lo que la hierba se agostó antes de que el
ganado pudiera aprovecharla.
Para colmo de
males, el mes de Abril se despidió con unas temperaturas más propias del
invierno que de la primavera. En la feria de Sevilla, el día 24, se pasó un día
de frío totalmente impensable. Las temperaturas mínimas en Monesterio, a
principios de la última semana de Abril, bajaron bastante por debajo de los 5ºC, subieron
cerca de los 10ºC a mediados de semana y volvieron a bajar por debajo de los 5ºC
el fin de semana.
La primera
semana de Mayo llovió, aunque siempre de forma muy irregular, para presentarse
una segunda semana con un calor impropio del mes. En Sevilla máximas de 38ºC a la
sombra y mínimas de 20º C. En Monesterio
se notaron las máximas, sobre 31º C, 7 u 8 por debajo de las de Sevilla, pero
las mínimas estuvieron también por el estilo, 20º C.
Estuve
en la Romería de San Isidro, el día 13, domingo. En el viaje desde Sevilla
hasta “El Culebrín” descubrí que el
paisaje había cambiado bastante. El verdor causado por las últimas lluvias de
finales de Abril era evidente, pero también que no han resultado nada eficaces.
Al paso por la finca del “Esparragal”
observo como los trigos están prácticamente de siega y si esta observación es
desde arriba, es evidente la claridad que permite ver el suelo. Los trigos no
han ahijado, pasando directamente de la fase de nacimiento a la de encañado,
con lo cual la producción se verá mermada, sobre todo en estos parajes tan
tempranos.
Pasado el
ronquillo contemplo a los alcornoques con un cambio extraño en las hojas: en un
porcentaje bastante alto, algunos casi el 100%, se observa un color de hojas
totalmente parduzco, ocre oscuro, cuando lo normal es ver los nuevos
brotes, “hechadas”, totalmente
verdes. Es como si la parte aérea de la planta se hubiese quemado, “asurado”[1], como consecuencia
de una temperatura demasiado elevada. Y efectivamente eso es lo que ha
ocurrido: los brotes nuevos se han secado totalmente. Ya lo dije en otra
ocasión, las partes nuevas de las encinas y alcornoque, mas las de este último,
las nuevas “hechadas” de primavera,
donde van las flores, son extremadamente delicadas a las bajas temperaturas. No
hace falta que hiele, con que las temperaturas bajen próximas al 0º C, sin
llegar, es suficiente para que estos “retoños” se hielen. Pero también puede
pasar lo contrario: el exceso de calor también las daña y este año ha ocurrido
esto.
Viendo los alcornoques, me
ha dado por pensar e imaginar las peripecias de una de nuestras protagonistas cinegéticas:
la perdiz. Denles a Vds. por imaginar lo siguiente: a pesar de que la primavera
no ha arrancado como debiera, la protagonista de nuestra historia, una
perdiz, después de un mes de marzo bastante
seco y de aires solanos, ha logrado componer en el nido una docena de huevos
que se dispone a incubar alrededor del día 7 u 8 de Abril. Durante la
incubación ha pasado por periodos cambiantes: tormentas, aguaceros irregulares,
frío con temperaturas por debajo de los 5º C aunque no haya helado, exceso de
calor, etc... Eso sin contar que tanto el raposo como la culebra, por no hablar
del jabalí, estuvieron merodeando alrededor de su nido, pero unas veces por no
descubrirla y otras porque los engaños surtieron efecto alejándolos del nido,
logró llegar a culminar el periodo de incubación. De los doce huevos, sólo consigue empollar
siete, algo por encima del 50%. Los 5 restantes se quedaron “cluecos”, en parte debido a las
tormentas, en parte al frío, a la lluvia, a las ausencias del nido causadas por
los depredadores, etc... etc..., en fin a un gran número y no bien determinado
de dificultades. Los siete pollitos salieron del nido casi inmediatamente y se
dispusieron a seguir a su madre por mero instinto maternal. La primera
dificultad que se encontraron fue la escasa cobertura vegetal, la primavera
poco lluviosa no había prodigado en exceso las hierbas del campo. Cualquier
descuido, el más mínimo alejamiento de su madre podía acarrear trágicas
consecuencias: el alcaudón real, el rabilargo, por no hablar de otros
depredadores como aguiluchos, culebras y ratas de campos, todos sin excepción
se encuentran en época de cría y tienen necesidad imperiosa de “acarrear” víveres a sus
correspondientes nidos. No digamos depredadores de mayor tamaño, como águilas
perdiceras o culebreras, las cuales en un único ataque a la madre acabarían de
golpe con la totalidad de la pollada. Por la noche baja la temperatura y la
pasan debajo de su madre, al acurruco de sus plumas que despiden calor y
protección. Transcurre la primera semana y su número ha disminuido hasta cinco,
dos no han podido pasar el stress del paso de la nada a la vida, esa semana en
la que cualquier ser vivo es delicado en
extremo. En su segunda semana de vida han adquirido fortaleza y experiencia,
saben que deben seguir a su madre, ella es la que le indica donde está la
comida, la que los alerta para que acudan a la protección debajo de sus
alas en un escondite seguro, la que les
enseña que deben permanecer quietos y ocultos si ella desaparece y que no deben
volver a salir hasta su vuelta. Llegan al comienzo de su tercera semana, ya no
son esas bolitas delicadas como de terciopelo, se encuentran algo mas espigados
y despliegan el cuello hacia arriba como queriendo ser protagonistas de sus
existencia. Pero llega algo que desconocen; no aciertan a saber de que se
trata, pero se encuentran mal, no están a gusto debajo de su madre, al
contrario, prefieren estar fuera de ella. Tampoco fuera se encuentran a gusto,
un aire seco y caliente les pone el cuerpo totalmente desajustado. La perdiz se
encuentra en una actitud rara, alas y boca abiertas con la lengua fuera galgueando,
en una actitud de desasosiego desconocida para ellos. Algo que procede de
arriba les está haciendo mucho mal, algo a lo que no pueden mirar a la cara
porque los ojos se les ciegan. La perdiz los reúne e intenta protegerlos de eso
que relumbra tanto. Pero no es suficiente, los pollitos comienzan también a galguear,
es necesario de forma urgente buscar un sitio fresco y en el que haya agua. Si la
perdiz no encuentra pronto un lugar adecuado algunos de sus pollos no llegaran
a la noche. Su instinto, experiencia y conocimiento del terreno, la lleva a un
lugar adecuado: hay agua y vegetación. Ella y los pollos beben en abundancia y
se disponen a descansar hasta que se pase
eso que les está causando este desasosiego. Todos los pollos comienzan a
relajarse menos uno; ha logrado beber pero ha debido ser tarde, el temible
golpe de calor se ha cobrado otra víctima, sólo quedan cuatro.
A partir de la cuarta
semana de mayo las temperaturas comienzan de nuevo a bajar. El día 19 se
registra una máxima de 19ºC y una mínima de 9ºC. Pasamos de unas temperaturas
altas a otras bajas, las dos impropias de este tiempo.
El mes de mayo se despide
de nuevo con calor y comienza de nuevo el mes de junio con temperaturas más
agradables.
No sabemos cómo seguirá
nuestra protagonista. Ha logrado superar, entre incubación y cría, dos meses con
una climatología totalmente cambiante: se ha pasado en poco tiempo de la lluvia a la sequia, del frío al calor y
del tiempo en calma a rachas de aires solano totalmente seco y que obligan a
buscar refugios de inmediato. De doce huevos en un principio ha pasado a tener
cuatro pollos cara al verano. Todavía le esperan dos meses para que lleguen a
ser “igualones” y adquieran cierta
dependencia. Casi con toda seguridad no llegaran todos al final, con suerte
veremos dos el mes de octubre, cuando se abra la veda. Pero tendremos la satisfacción
de cazar un animal totalmente salvaje; nos veremos totalmente recompensados con
un solo lance a lo largo del día. Se cumplirá la verdadera esencia de la caza:
escasa y sufrida.
[1] Fenómeno por el cual
ciertas partes de la planta pierden humedad a pesar de que exista en el suelo.
Se produce como consecuencia de un exceso de calor y/o temperatura ambiente
acompañado de vientos secos, los famosos “solanos”. La velocidad de absorción
del agua por parte de la planta es menor que la correspondiente de
transpiración a consecuencia del calor. De esta forma la planta pierde mas agua
que absorbe y, en consecuencia, si el fenómeno dura demasiado, la aplanta puede
llegar a secarse. Es un fenómeno fisiológico similar al denominado “golpe de calor” en las personas: por
mucho que se beba, se pierde más agua en la transpiración mediante el sudor,
con lo cual se puede producir lo que se denomina una “lipotimia”. Me ocurrió en una ocasión después de estar apagando un
incendio durante bastante tiempo. La solución es parar de trabajar, irse a la
sombra y recuperarse poco a poco bebiendo agua fresquita y comiendo algo de
fruta. ¡Claro!, desgraciadamente las plantas no pueden hacer esto.
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