c) La menor
De la caza menor, casi sería mejor no hablar. Primero porque el número de cacerías es cada vez más escaso y segundo porque el número de piezas abatidas es más escaso todavía. Si a estos dos inconvenientes se le añade que los terrenos de caza a los que puedo acceder, Sociedad Local de Monesterio, no son nada fáciles de andar, y que cada vez estoy más torpe, ya estoy jubilado, las posibilidades en este tipo de cacería son cada vez menores.
Una cosa se confirmó: las primeras nidadas de perdiz, incluso polladas ya creciditas, debidos a la primavera cambiante, mes de Abril caluroso y mes de Mayo frío de invierno, se fueron al garete. La única posibilidad es que algunas perdices tuvieron la posibilidad de volver a iniciar una segunda puesta que salvó algo la población perdicera de este año. De hecho se vieron pollos de perdiz bastante tardíos. En cualquier caso, esta población se presentó totalmente irregular: criaron algo en algunos pocos sitios y prácticamente nada en ninguno.
Se programaron en total cuatro días de caza menor al salto: dos en Noviembre y otros dos en Diciembre. Sólo asistí a las dos primeras, las otras no pude, una por ir de puente con la mujer, día 8, y la otra, día 22, por una montería en el Real de la Jara. Antes no perdía un día al salto lloviera o venteara, pero el tiempo pasa y las circunstancias físicas, aparte de otras, se imponen.
Dada la escasez de facultades físicas, tanto una como otra cacería las programé intentando, dentro de lo posible, adelantarme con el coche, gracias al todo-terreno, al grupo de compañeros e ir poniendo alguna que otra puerta: todo un intento de adivinación de por dónde iba a pasar el grupo y poder tirar alguna perdiz. En la primera cacería, de cuatro puertas que dimos, sólo una surtió efecto positivo: tiré tres perdices largas y conseguí quedarme con una; las otras tres puertas un querer y esperar que los compañeros pasaran por donde habíamos previsto. Está claro que “no se puede estar en misa y repicando”, dicho en la realidad: cazando al salto en mi interés y ojeando para la conveniencia de los inválidos.
La segunda vez ocurrió más de lo mismo: cuatro puertas y en sólo una de ellas entraron algunos pájaros, sólo un tiro con suerte y cobré un pájaro.
Eso sí, uno de los cazadores aprovechó para recechar una cierva y como había permiso de descaste, el famoso rececho, amparados en el mismo, la recogimos y quitamos un poco las telarañas del congelador.
Como curiosidad lo sucedido en otro de los grupos, en la foto adjunta, el “futuro cazador” con el jabalí, es el ejemplo de lo que puede ocurrir en la caza. El guarro de la imagen, recechado y aguardado durante todo el verano, tiroteado el domingo anterior en un gancho y curtido en mil batallas, se le presenta a un cazador, compañero de otro grupo, dándole tiempo para cambiar de munición en la escopeta y abatirlo con toda la facilidad del mundo; verlo para creerlo: con toda la veteranía del mundo e ir a morir de la forma más tonta. Un pequeño descuido o despiste le costó la vida.
No sé si podré en otra ocasión, habrá que esperar a otra temporada, ir al salto con los compañeros y poder disfrutar de la perdiz en toda su salsa; la recuperación y vuelta a tiempos pasados es casi totalmente irreversible, pero en fin, nunca se sabe. Sobre el comportamiento de la perdiz roja en estas estribaciones de Sierra Morena, comentaré algo específicamente en otra ocasión.
d) Los zorros
El zorro es un animal que ha proliferado enormemente debido a la variedad de su dieta; se le conoce como un carnívoro oportunista siendo su dieta de lo más variada, basada en aquello más fácil de obtener en cada momento: desde aves y mamíferos en general adecuados a su tamaño, insectos como grillos, saltamontes, cigarras, frutas como uvas, higos, bayas silvestres, etc... etc.…Eso sin contar las carroñas y los daños que puede hacer a la ganadería doméstica: corderos, cabritos y los famosos ataques a los gallineros. Para completar su dieta alimenticia dispone de los restos de los piensos compuestos de la ganadería extensiva; en algunas fincas están gordos y lustrosos.
Un buen ejemplar: la bala le entró por debajo de la
oreja derecha y le salió por la parte izquierda de la
boca. Un buen estropicio dental, quedó seco. Lo maté
en la primera montería: 12 de octubre.
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Respecto a los zorros añadiré que en mi vida había visto tantos zorros en el campo, contando no sólo las salidas específicas, sino otras salidas al campo, dígase monterías y demás, y todos a juzgar por su apariencia, gordos, sanos y bien alimentados. Si algún bicho está bien adaptado a estos parajes nuestros, es sin duda alguna el zorro, cada vez más abundante. Los datos oficiales, siempre por debajo de la realidad, constatan que en el año 2.007 se abatieron en Andalucía 32.000 zorros, estando a la cabeza Huelva con cerca de 7.000, seguido muy de cerca por Córdoba, 6.600, Granada, 5.500, y Jaén, 3.900; siguen Sevilla, 3.300, Cádiz, 3.250 y Almería con 1.450, datos que no están mal del todo. En Extremadura creo que bastantes más.
Y como dice el refrán que “a falta de pan buena son tortas”, en este caso específico, las cacerías a zorros se han convertido en una diversión que, en bastantes ocasiones, suplen a las de caza menor al salto y de camino se quitan alimañas del campo perjudiciales para la caza menor: conejo, liebre y perdiz.
Para cazar zorros se programaron por la Sociedad Local de Monesterio todos los domingos del mes de octubre y demás domingos, siempre que no se celebre montería o cacería general.
El cazador futuro a lomos de la cierva y con el rabo
de un zorro.
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Estas cacerías suelen ser bastante socorridas, ya que suplen aquellos domingos en los que no tienes que hacer otra cosa mejor. Bueno, pues a pesar de que estaban programados bastantes domingos, unas veces por asistir a otros menesteres y otras por compromisos familiares, sólo asistí el primer día: 13 de Octubre. Sólo decir que aunque vi tres zorros, iban todos fuera de tiro y no disparé. Se mataron cuatro zorros y como otro compañero se dedicó al rececho de las ciervas, tuvo éxito y le ayudamos a sacarla; ello contribuyó a volver a quitar algo de telarañas del congelador.
Seguiremos hablando de la temporada, todavía nos quedan las migratorias y la mayor
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