miércoles, 29 de junio de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016: V. La paradoja del zorro




Todos los seres vivos que se desarrollan en este querido planeta Tierra, incluido el “homo sapiens”, tienen factores limitantes para su desarrollo, siendo el principal de ellos la alimentación. Un animal bien alimentado, desarrolla y realiza de forma normal sus funciones fisiológicas y reproductoras, creciendo de forma sana y fuerte frente a las adversidades que se les puedan presentar, fundamentalmente enfermedades, depredadores y factores climatológicamente adversos. Por el contrario, si falta la alimentación de forma general y continuada o en una fase clave del desarrollo, el reloj biológico comienza a fallar, la fisiología se deteriora, el animal no es capaz de luchar contra enfermedades, climatología adversa y no digamos salvarse de sus depredadores.
Todos los animales, exceptuando a los domésticos, a veces estos también, se encuentran a lo largo del año con temporadas de abundancia y también con otras de escasez de alimentación. Estas temporadas pueden ser distintas en función de las preferencias en la alimentación de los animales: carnívoros (animales que se alimentan de otros animales), herbívoros (animales que se alimentan de plantas) y omnívoros (animales que se alimentan de plantas y/o de otros animales).  Está claro que un animal que sea omnívoro tiene o debe de tener ventajas respecto de los otros dos. Así tenemos al jabalí, el cual, debido a la falta de depredadores, ha proliferado respecto a las demás especies a lo largo de estos últimos años. Vendrían después los herbívoros, los cuales dispondrían de abundancia de alimentación en primavera y otoño, con otras de cierta escasez o incluso posible hambruna en el verano y el invierno. Por último tendríamos a los carnívoros, que dependerían en su alimentación de la cantidad que existiera de las otras dos.
Hechas las consideraciones anteriores y dado que todas las clasificaciones zoológicas incluyen al zorro dentro del Orden de los carnívoros, y que su alimentación dependería fundamentalmente de animales a los que pudiera depredar, no sería el caso del jabalí, cabría pensar que al disminuir la caza menor disminuiría también la cantidad de zorros. Pues no señor, todo lo contrario, aumenta con independencia de lo que le ocurra a los conejos, liebres o perdices e incluso otras especies distintas de la caza como pueden ser ratones, ratas, etc...



Y esta paradoja ¿a qué es debida? Pues yo diría que es debido a varios factores. Primero aclarar que el zorro no es un animal exclusivamente carnívoro, lo que se llama carnívoro estricto, ya que en caso de necesidad, y también de no tanta necesidad, puede recurrir a otro tipo de alimentos. Los zorros son comedores oportunistas y generalistas, que no están específicamente adaptados para comer y digerir ni material vegetal ni carne exclusivamente. Hay otra alimaña que prolifera al igual que el zorro con un comportamiento alimentario parecido, el cuervo. Así no es nada extraño, a principios de verano, ver a cuervos y zorros penetrar en los huertos de hortalizas y arrasar con tomates, pepinos y otros menesteres. Ya entrado el verano, puede verse a los zorros avanzar dando saltitos en el campo: están dando buena cuenta de langostas y cigarrones, los vulgares “cañafotes”(*) . Es también normal, avanzado el verano, verlos hartarse de higos y uvas, constituyendo estos dos frutos no ya un alimento para salir del paso sino un verdadero cebo: se ponen gordos y lustrosos como en ninguna otra época. También pueden alimentarse con multitud de frutos y bayas del otoño sin despreciar las bellotas de las encinas. De esta forma, tenemos que el zorro se comportaría como carnívoro en primavera, dando buena cuenta de nidos, perdices empollando, parideras de conejos, lebratos y otros manjares propios de este tipo de alimentación. Más adelante sufriría una transformación a insectívoro, langostas y cigarrones, siguiendo con una dieta casi totalmente frugívora, cubriendo su alimentación con los mencionados frutos: higos, uvas, membrillos, bellotas etc... Sólo quedaría un periodo, correspondiente fundamentalmente al invierno, en el cual le sería más difícil y complicado encontrar alimentación. Pero he aquí que la transformación de la ganadería extensiva de antaño a la semi-intensiva de hogaño, como decía más arriba, ha beneficiado al oportunista maese zorro como lo pudieran haber beneficiado, estoy seguro, otros cambios en otras épocas distintas. Me explicaré. El incremento de la ganadería, en ocasiones muy acusado, y la disminución de la agricultura han obligado al ganadero a “tirar de costal”, o sea, alimentar al ganado con piensos supletorios, fundamentalmente en invierno. Estos piensos se distribuyen normalmente en el campo, a cielo abierto, a los distintos animales: vacas, ovejas y cerdos. Estos lugares de abastecimiento son frecuentados por los zorros durante la noche, donde se alimentan con los restos e incluso son “invitados” al banquete a plena luz del día y delante de los dispositivos mecánicos encargados de repartir el alimento. Encima, dada la alta densidad de la ganadería, este proceder de alimentar al ganado no se produce sólo en el invierno, sino también en otras épocas del año. Para mayor deleite de maese zorro, estos piensos que se suministran al ganado son equilibrados en sus componentes esenciales (hidratos de carbono, proteínas y grasas), micro-elementos (minerales y vitaminas) e incluso suelen ir medicados (antibióticos, antinflamatorios, antiparasitarios, etc...). Tenemos, de esta manera, alimentado de forma integral a nuestro carismático zorro, medicado y desparasitado, mantenido por el ganadero en óptimas condiciones de salud, reproduciéndose de la mejor forma posible y campando por nuestros campos como si de un señorito se tratara.  Sumémosle para su mayor ventaja, la casi total falta de depredadores, si exceptuamos lobos, linces y alguna rapaz como el águila real o búho real, donde los haya. Yo hace tiempo que no veo un zorro flaco o enfermo, siempre están gordos y lustrosos.
Dicho todo lo anterior, es cuestión de preguntarse cuáles podrían ser las actuaciones encaminadas a un control adecuado de las poblaciones de zorros. Habrá posibles formas de actuar sobre esta población que son ajenas totalmente a los cazadores; unas podrían ser tomadas por los ganaderos y otras, las que más, por parte de la Administración Pública. En el primero de los casos ya tiene bastante el ganadero con dejarnos cazar en su propiedad, la mayor parte de las veces por un precio simbólico, y de vez en cuando hacer el mismo un control por su cuenta sobre todo cuando le afecta en sus propias carnes: sé que en más de una ocasión los zorros le han quitado a las ovejas el cordero recién parido y aún después. Por otra parte, también coopera con los cazadores en el cuidado y revisión de las trampas-jaulas con cebos vivos. El caso de la Administración es más complicado; sus actuaciones suelen ser escasas, a destiempo, complicadas, costosas y, lo que es peor, muy poco efectivas. Valga como ejemplo los resultados sobre las repoblaciones de conejos.
Pero la Administración, sino directamente, sí que ha dejado en manos de los cazadores un arma para paliar en lo posible el exceso de población del zorro: ha convertido a este animal, ya hace bastante tiempo, en pieza de caza y además lo ha incluido como pieza susceptible de ser homologada como trofeo (Comisión de Homologación de Trofeos de Caza de Andalucía, Orden de 20 de febrero de 2009, Boja de trece de marzo de 2009). Ello quiere decir, que aparte de otras posibles modalidades de control poblacional, la caza directa de nuestro zorro cumpliría, así, de bote pronto, con dos fines: control de población y disfrute de los cazadores.
En definitiva, creo que la sociedad debería tomar medidas en este sentido, más teniendo en cuenta que una cacería de zorros, sólo desde el punto de vista cinegético, promete bastante más que una jornada normal al salto o en mano. Se debería enfocar la gestión a la caza con perros de madriguera y ganchitos con los perros sin descuidar las actuaciones con las trampas-jaulas con cebos vivos.
Hace ya unos cuantos años que la sociedad no caza demasiado en madrigueras, las jornadas especiales de batidas de zorros dejan mucho que desear y las trampas-jaulas no han proliferado como debieran, de tal forma que en los últimos años ha habido una explosión en el número de zorros en los terrenos de la Sociedad Local.

(*)  Parece ser que este nombre de cañafote (Monesterio), cañifote (Valencia del Ventoso), gañafote (Burguillos), o gafañote (San Vicente de Alcántara) procede de gafanhoto, nombre portugués con el que se conoce a este insecto

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