sábado, 20 de agosto de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016: XI y último. Conclusiones



Decía más arriba que había que tomar alguna determinación. Pues bien, ante la evidente escasez de la caza menor en el coto social de Monesterio, la Junta Directiva ha tomado una decisión. He recibido en el mes de marzo una circular en la cual nos notifican que han llegado al siguiente acuerdo: “no cazar en la próxima temporada 2016/17 las siguientes especies cinegéticas; PERDIZ, CONEJO Y LIEBRE, debido a su escasa abundancia (s.i.c.), todas las demás especies se podrán cazar como en años anteriores, ya sea recechos, zorros, aves migratorias, etc. Se dejará un lote de terreno para poder cazar, así como una suelta de perdices para cada grupo de caza. Todo esto será expuesto en la asamblea que tendrá lugar el día 24 de Junio del 2016 a las 20:30 en la Casa de la Cultura de Monesterio, por su transcendencia se ruega la asistencia del mayor número posible de socios.”
Sólo una pega le pongo a la decisión: creo que es lo suficientemente importante como para haberla tomado con el consentimiento de todos los socios y haberla llevado a una Asamblea general, en este caso a la que ellos proponen al final, el 24 de junio.
Bueno, pues ahí tenemos el panorama para la temporada que viene: limitación de la caza menor  a un lote de terreno a decidir, imposición tomada por los mismos cazadores. No se dice nada sobre la caza de las migratorias, media veda y zorzales, ya que estas se limitan por dos circunstancias: primero por si solas, dada su escasez cada vez más notable y segundo ningún cazador limita su caza, ya que popularmente se considera que las aves migratorias no tienen por qué volver al mismo lugar año tras año y se cazan en los comederos hasta su casi total exterminio, con lo cual su escasez se acentúa en años posteriores.
 Respecto a la caza mayor, todo quedaba supeditado a una montería más testimonial que otra cosa y alguna que otra caza del zorro, como mucho. Eso sí, también nos programaran un día de caza “artificial” con una suelta de perdices de granja. Si alguien me hubiera dicho hace cincuenta años que la caza consistía en lo que nos depara en la actualidad, seguro que no me hubiera aficionado a ella.
Pero he aquí que en la Asamblea Anual de la Sociedad le da a la Junta Directiva por llevar en el orden del día la proposición de si se celebra la montería o no, con la conclusión por mayoría aplastante de no celebrarla. De la misma forma tampoco se aprueba el día prometido de “caza artificial”.
En definitiva, a la vista de lo acontecido esta temporada pasada, las cosas se presentan con bastantes nubarrones. La afición comienza a resentirse: el deterioro físico, al que se añade la escasez en la caza, propician que cada vez tenga uno menos ganas de salir al campo. De cualquier forma y a pesar de todo, todavía queda algo, la afición a la caza sigue siendo grande, muy grande diría yo. Pero entre la crisis, la escasez de caza y la merma de las condiciones físicas no sé qué pensar.
Comienza a producirse el relevo generacional: Pablito, el niño del Dalí, le está dando fuerte. A ver si es capaz de aguantar. Diversiones y buenas compañías no le faltan, así que si sigue cazando es que es de los legales. No era lo mismo en nuestra época, íbamos a cazar por no tener donde ir.
La caza menor, por lo menos en Monesterio, sin gestión cinegética alguna, tiene los días contados. Las perdices que existen son testimoniales y no creo se recuperen. La solución pasa por tener otro coto. La temporada pasada se presentó una oportunidad en Sevilla, pero al final Mero decidió que no y yo no voy solo; de cualquier manera algo habrá que buscar.
No es que cualquier tiempo pasado fuese mejor, aunque sí. Pero ya es mala suerte que siendo un cazador que hace a todo, “pelo y pluma” como se suele decir, tenga tan poco éxito. Nunca he sido cazador de perchas abundantes, salvo honrosas excepciones, pero en estos tiempos que corren parece ser que lo más normal es que se sucedan monterías tras monterías sin disparar, días de caza al salto en los que cobrar una pieza es un éxito y de las migratorias que decir: hacer una percha de 10 ó 12 zorzales es todo un éxito.
Unas medidas que podrían ser acertadas respecto a las migratorias serían:

Cazar sólo por la mañana, con lo cual es más que suficiente. Por otra parte el descanso para el cazador es evidente.
Limitar el horario de caza en la mañana a las 10 ½ como máximo.
Con las dos medidas anteriores se conseguirían bastantes cosas: dejaríamos que los pájaros no abatidos entraran a comer en los comederos, con los cual no se irían a otras zonas donde existan otros lugares de comida para el pájaro, descansaríamos del madrugón y del mal rato que se pasa después de una comida, que suele ser pantagruélica, nos evitaríamos el calor de la tarde, y lo que es mejor: si seguimos aportando comida, se puede asegurar otra tirada más, a la semana siguiente, en el mismo lugar. No olvidemos, también, que las tardes, aunque hay veces que son buenas, no siempre se comportan de la misma manera.
Es difícil que un pájaro que ha sido zurreado durante todo el día, al que no se le ha dejado de comer, vuelva a ese comedero: dos zurras en el mismo día sin dejar entrar el pájaro para comer causan un recelo en la caza más que suficiente para que derive hacia otros lugares, con toda probabilidad si cerca hay comederos en los que se observa el corte por la mañana y ausencia de tiroteo por la tarde. Peor todavía si repetimos al día siguiente.
En la creencia, cada vez más cierta, de que las migratorias vuelven al mismo lugar, una buena medida sería cortar la tirada de las migratorias antes de su cierre, digamos que un par de semanas en la media veda y un mes en zorzales y palomas, y seguir recebando el comedero unos días después de la última cacería. Si queremos recoger no hay más remedio que sembrar.

miércoles, 10 de agosto de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016: X. La juventud, también algunos adultos, debería aprender a cazar


No sé si es porque estoy y/o soy viejo y me he vuelto gruñón e inconformista, que puede ser, pero observo en la juventud de ahora un complejo de superioridad que no lo teníamos en nuestra generación, hasta el punto de que, en ocasiones, se permiten darte lecciones de cómo hacer las cosas.  Creo, sinceramente, que la juventud de mi generación era bastante más humilde y tenía muy claro el concepto de que las cosas se consiguen con esfuerzo y experiencia, no sólo la tuya sino también la de aquel que, por viejo, la tiene. Hoy en día, ya desde muy pequeños, - independientemente de la gran fuente de conocimiento que es la TV para bien o para mal, comienzan a manejar un sinfín de aparatos electrónicos, playconsolas, ordenadores, teléfonos, etc..., y encima los “manejan” con soltura, bastante mejor que muchos mayores, - se crean alrededor de ellos una aureola de superioridad totalmente ficticia, ya que lo que hacen con los dichosos aparatitos es una labor de entretenimiento y diversión pura y dura. No hay más que ver a la cantidad de tontos y gilipollas que se ve por la calle intentando capturar “pokemos” con el movil al más puro estilo de cuando intentaban darnos una broma llevándonos a cazar gamusinos (*), haciéndonos creer que se cazaban de noche. Más arriba he puesto la palabra “manejan” entre comillas y cursiva para hacer notar que encuentro muy pocos jóvenes que sepan manejar un ordenador de una forma práctica: sólo lo usan para comunicarse entre ellos sin necesitarlo, ya que lo hacen incluso cuando lo podían realizar en directo, chatean en una mesa separados por dos metros sin hablar, entran en internet para ver tonterías y puedo asegurar que me he encontrado pocos jóvenes que sepan bien manejar un procesador de textos y mucho menos una hoja de cálculo o base de datos. Cuando llegan a un puesto de trabajo en el que tengan que manejar un ordenador se limitan sólo y exclusivamente a introducir datos en un programa hecho a la medida de la empresa, lo que se llama uso a nivel de usuario. Igual les ocurre con el móvil, para lo que menos lo usan, por increíble que parezca, es para hablar por teléfono.
Bueno, pues todo lo dicho anteriormente, si nos pasamos ahora a la cacería tiene la misma o parecida validez: parece que usan la escopeta para todo menos para la caza, o por lo menos eso es lo que se desprende a la hora de la puesta en práctica de la misma.

 Esta nueva generación usa las nuevas tecnologías, siempre según mi opinión particular, de una forma poco adecuada y práctica: han llegado a la caza, igual que a otras cuestiones de la vida, con tecnologías que para sí las hubiéramos querido en nuestra juventud: no saben lo que cuesta llegar a un cazadero porque disponen, en muchos casos, de coches todo-terreno, no saben lo que es desperdiciar una oportunidad de tiro porque disponen de una escopeta repetidora, no saben andar por el terreno ni lo conocen porque disponen de aparatos de localización GPS, no son capaces de comunicarse entre ellos porque en multitud de ocasiones, esos móviles en los que confían ciegamente no tienen suficiente cobertura, hacen uso del móvil con el practiquísimo y mal usado“What sApp Messenger”, están continuamente llamando la atención a perros mal acostumbrados que no le hacen ni puñetero caso, los perros oyen de sobra,  usan  “Walkie Talkie”/s a gogó y ni puñetera idea de cazar (**) , usan cartuchos con “culatínes” larguísimos y cargas de 36 gramos y más que le dan “derecho” a disparar a más de sesenta metros sin acertar pero con el riesgo, muy alto, de quedar caza herida, etc. etc..
Me parece estupendo, y además estoy encantado, que dispongan de todos los adelantos de los que carecimos nosotros, pero yo creo que les hubiera venido bien no disponer tan pronto de un coche para que hubieran sabido apreciar el esfuerzo, haber aprendido a disparar con una escopeta de un cañón para aprender a asegurar el abatimiento de la caza y no disparar sin control, averiguar que una vez disparada la escopeta la misma pieza a la que disparaste u otra se encuentra en mejores condiciones, para abatirla, que al principio, llevar pocos cartuchos,  lo que te lleva a hacer un buen aprovechamiento de ellos, llevar cartuchos normales con los que sabes que es imposible cobrar, no matar o herir, una pieza a más de treinta metros, no se perderían porque irían a cuerda de los conocedores del terreno y aprenderían a conocer el terreno guiándose por los mismos, dejarían trabajar a los perros a su aire con paciencia descubriendo que al final el perro debe convencerse por sí mismo que sin ti no cobra caza, si el perro no se convence es que no vale, etc. etc..
Pero no, no se te ocurra llamarle la atención a ninguno de ellos sobre la posibilidad de que enmiende sus errores porque enseguida te miran con cara de reproche con la incredulidad de que tú le puedas enseñar algo; si acaso es él, el  que te “desprecia”  mirándote con cara de reproche y convencimiento de que lo hace estupendamente. Lo primero que hay que hacer para aprender es tener voluntad de escuchar y conciencia de saber que se puede mejorar, y por supuesto algo de humildad y reconocimiento a la experiencia. Con su forma de actuar no aprenderán nunca; claro que eso sucede con todo, no sólo con la caza.
Viene a cuento lo acontecido en un puesto de zorzales indicativo de lo ligero que tienen algunos cazadores el dedo: “Pasan un grupo de torcaces a no menos de 150 metros, quizás bastante más. Sólo se atisban sus siluetas azuladas: ninguna otra característica diferencial que a ojos de un inexperto permita decir si son torcaces o zuritas. De hecho, tanto uno de los compañeros como su hijo, de unos 15 años, creyeron que eran de estas últimas. Pasan por encima de los puestos de padre e hijo, cada cual con su repetidora. Los dos le descargan las escopetas, seis tiros, y hasta hay un tercer compañero que, contagiado por el tiroteo, le suelta un séptimo. Pero lo más increíble de todo es que el niño, en un acto propio del “far west”, vuelve a cargar la repetidora con otros tres tiros y vuelve a descargarla con las palomas cuando estas, a consecuencia de la primera descarga, se batían en retirada y se encontraba aún más lejos todavía. Pero lo más increíble de todo es que el padre ni siquiera le llama la atención; la formación cinegética brilla por su ausencia”. Las consecuencias de estos actos son siempre negativas: resabio de la caza, piezas heridas imposibles de cobrar, espantar la caza en general y al compañero, quedarte con el arma descargada en ocasión más propicia, gasto innecesario de pólvora, etc., etc.

La mayoría de los cazadores de mi edad, pasamos por las etapas propias de un aprendizaje, bien con alguien de nuestros familiares, o bien con amigos de ellos: hicimos funciones propias de “perros”, en el buen sentido de la palabra, para la cobra de la caza, sobre todo en puesto fijo, de mochilero ayudando a llevar la carga al cazador, y sobre todo una labor que el cazador agradecía enormemente: la de acompañante y aprendiz. Poco a poco, el cazador veterano iba permitiendo al aprendiz el uso del arma con temple y paciencia, corrigiendo errores e instruyendo en el manejo de las armas y en las artes cinegéticas. Había momentos en que este permiso era total, cambiándose las tornas y haciendo el cazador de aprendiz y el aprendiz de cazador.
Todo cazador que ha experimentado este proceso de la compañía de un aprendiz ha experimentado dos satisfacciones bastante grandes: la primera de agradecimiento, al sentirse ayudado por alguien que le suponía físicamente una gran ayuda y otra de orgullo por el convencimiento de realizar una labor de enseñanza. Y todavía le cabe otra satisfacción grande cómo puede ser la de recibir reconocimiento por parte del alumno y una gran alegría al ver el progreso del alumno en su aprendizaje.
Hoy en día, en general, ese proceso de aprendizaje ya no existe: se quiere pasar directamente al mundo laborar a desarrollar una labor de responsabilidad y relieve sin pasar por etapas anteriores que potencien tus cualidades adquiridas, a un sueldo más propio de un veterano que de un novato y a dirigir a personas con más experiencia que tú. Igual ocurre con la caza: se pasa directamente a cazar disponiendo de todos los adelantos de la técnica: buenos cartuchos en cantidad y calidad, coche todo-terreno, repetidora, ropa adecuada, sin contar todos los artilugios que acompañan, adquiridos del “El Corte Inglés” o tienda similar.
Por último no olvidemos a cazadores adultos y al mismo tiempo novatos: personas que de la noche a la mañana han adquirido, por su trabajo u otros medios que aquí no nos interesan, un estatus social alto, y se siente atraídos por esa “parafernalia” que acompaña hoy en día a las cacerías modernas: ojeos de perdices y monterías de cierta categoría. Para terminar, pongo como ejemplo la foto que acompaña más abajo en la que a mi izquierda, se ve a un cazador de la siguiente guisa, fue una montería en la serranía de ronda, t.m. de Istán (Málaga): 


Botas altas de goma. Debía haber previsto el tiempo y tenerle miedo a mojarse los pies por algo de riesgo de lluvias de un 5%.
Calcetines de lana color naranja, con los pantalones embutidos dentro, sobresalientes por encima de la bota.
Zajones de cuero, al más estilo montero.
Pantalón de color café con leche, normal, embutidos en los calcetines y todo ello en las botas
Jersey color naranja con coderas de color gris.
La camisa no se le ve mucho, debe ser normal.
Bufanda de color gris
Gorro a lo “Sherlock Holmes”, de espigas color verde-marrón oscuro, visera en la frente y en la nuca, con el toque final: un lazo de terciopelo en todo lo alto de color entre marrón-naranja y un toque color negro. 
No tuve ocasión de ver las armas y demás artilugios. Hubiera sido interesante.
Estoy seguro que toda la indumentaria que lleva este buen señor, al que tengo todos mis respetos, se puede encontrar en cualquier tienda sin necesidad de que esté especializada en caza y en la mayoría de las tiendas de caza no se encuentra mucha de la ropa que lleva.
Pero toda la indumentaria, con ser rara, queda totalmente eclipsada por el gorro y su coronación: ya debe costar, dinero, y trabajo, encontrar el gorro, pero ¿con ese lazo?, bastante difícil.
Se habla muchas veces de lo que cuesta, económicamente, ser cazador. Independientemente de las enormes diferencias entre los gastos de cazadores populares y los llamados de élite, todo el mundo cuenta los gastos originados por la compra de las armas, arriendo de cotos, cartuchos, ropas y equipos, desplazamientos, comidas, etc. Pero muy pocas gente habla de lo que podíamos titular como “Gastos colaterales del Cazador”.

(*) Hay una escena excelente en la película “Con él llegó el escándalo”, también excelente, de Vincente Minnell, protagonizada por Robert Mitchum, Eleanor Parker, George Peppard y George Hamilton. En ella hay una escena en la que se narra una broma gastada a uno de los protagonistas, Wade (George Hamilton), por parte de un grupo de cazadores: Wade permanece en la oscuridad de la noche alumbrado por un farol, con un reclamo en una mano y un saco abierto en la otra, a la espera de que entren en el los gamusinos. La broma y la humillación marcará un punto de inflexión en el grado de maduración y en la vida del muchacho.

(**) Recuerdo cuando hace años fui jefe de grupo y se me ocurrió, en una caceria en mano, numerar a los cazadores a estilo “mili”. Cuando llegamos al lugar donde dimos cuenta del “taco”, la numeración no tenía nada que ver con la original. Había algunos que habían iniciado en la mano baja y aparecieron en la alta, cualquier parecido con el inicio fue pura coincidencia, amen de otros perdidos.

miércoles, 3 de agosto de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016: IX. Escasez general, a nivel autonómico, de la caza menor


La cuestión es que esta escasez de la caza menor, de la que hemos hablado en los anteriores artículos, no es solo privativa de la Sociedad Local de Cazadores Nª Sª de Tentudía de Monesterio (Badajoz), sino que existe preocupación a nivel regional, en toda Extremadura. En general, en todas las sociedades,  se observa desde hace algunas temporadas la poca presencia del conejo, por no decir nula, y también de la liebre, que presenta oscilaciones de una temporada para otra, aunque siempre en números bastante por debajo de lo que podría considerarse normal.
Lo que parece más preocupante es la bajada que estamos teniendo de la perdiz. Estábamos acostumbrados al conejo, a su escasez, y casi nos habíamos conformados con la escasez de la liebre dado que se podía uno colgar en las cacerías dos o tres perdices; pero claro, eso de salir cinco días de caza y cobrar una sola pieza, una liebre, me ocurrió la temporada pasada, y no tener oportunidad ninguna de echarte a la cara una perdiz, es demasiado.
Así la Federación Extremeña de Caza (FEDEXCAZA), ver http://www.marca.com/blogs/cuaderno-caza/2016/01/21/fedexcaza-busca-soluciones-a-la.html ha mostrado su inquietud por la ausencia de caza menor en la región, hecho que se constata durante el desarrollo de las correspondientes temporadas. Esta preocupación llega, sobretodo, a las especies principales de caza menor: conejo, liebre y perdiz. Respecto al conejo, se asegura que una nueva cepa vírica ha mermado en más de un 80 por ciento las poblaciones existentes de conejo de campo, mientras que las liebres se han visto afectadas también por un "año nefasto de cría" y por varias enfermedades, entre las que se puede destacar alarmarte incremento de casos de cisticercosis  en las liebres. En cuanto a las perdices autóctonas, la situación no llega a la de las dos especies anteriores, pero la escasez es más que evidente. Gallardo, presidente de la Federación, ha abogado por "una estrategia a nivel nacional, mucho más fuerte que cuatro míseros euros de subvención o una moratoria de un año sin cazar", tal como se hace ahora. FEDEXCAZA destaca, entre las acciones emprendidas este año, el trabajo en colaboración con la Administración para conseguir las ayudas para sociedades locales de cazadores, encaminadas prácticamente a la recuperación del conejo, con una cuantía de hasta 14.000 euros por sociedad. Que yo sepa, en Monesterio no se ha aplicado ninguna medida.



Según el artículo, el propósito principal de FEDEXCAZA es: «buscar medidas y un plan autonómico de recuperación para que la caza menor vuelva a la situación de esplendor de antaño en la región. Dentro de este plan o estrategia de actuación para la recuperación de la caza menor, la Federación Extremeña de Caza solicitó a la Junta de Extremadura su apoyo e implicación en la organización del primer "Congreso Ibérico de Caza y Conservación" como una herramienta imprescindible en esta primera etapa.
A través del mismo se pretende sentar una base técnica y científica mediante las conclusiones que se extraigan para, posteriormente, comenzar a trabajar e ilustrar a cotos y gestores. Del mismo modo, durante el encuentro se buscaron otras líneas de actuación, con el fin de continuar trabajando en otras áreas, incidiendo en las mejoras de las poblaciones de conejos y perdices, principalmente. Asimismo, en la reunión, Gallardo expresó una vez más la enorme preocupación y descontento por parte de la Federación y del sector cinegético y ganadero por la falta de autorización para el control del meloncillo, un hecho que sí había ocurrido en las dos temporadas anteriores.
De esta forma, FEDEXCAZA mostró su malestar, puesto que entiende que esta medida es una herramienta primordial para la recuperación de la caza menor y exigió que se vuelva a controlar. Por ello no entiende que no se autorice esta medida, la cual no deja de ser excepcional ya que sólo afecta un centenar de cotos de los más de 3.000 que existen en la Comunidad». 
El problema, caso de que sepamos averiguarlo, no es nada fácil de resolver. Una cosa es evidente: los cazadores estamos “enfrentados” en el sentido descriptivo, no peyorativo, de la palabra, con los ganaderos de la zona, en una situación de total competencia entre la ganadería y la caza. Las altas concentraciones de ganado actualmente en las fincas, con un desarrollo nulo de la agricultura, propician que la caza no se desarrolle adecuadamente. Así, la caza solo se desarrolla en aquellas fincas, o parte de las mismas, en las que la ganadería es menos rentable y que, consecuentemente, tampoco soportan densidades apreciables de caza. Antes, la caza participaba del mismo alimento que el ganado, proporcionado fundamentalmente por siembras y rastrojeras, pero hoy en día al ganado se le echa de comer en comederos a los que, si bien podría acudir la caza, son frecuentados por el principal depredador de ella, el zorro. De esta forma hay un factor limitante en el desarrollo de la caza: la alimentación. De este tema, las interrelaciones entre caza, ganadería y agricultura, hablaremos en alguna otra ocasión.

miércoles, 27 de julio de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016: VIII. La climatología



Otra cuestión no desdeñable es el comportamiento más o menos raro de la climatología. Estamos asistiendo desde hace algún tiempo, este año ha sido más acusado, a un desarrollo climatológico que a mí se me antoja, por ponerle algún calificativo, poco habitual. Las estaciones no se desarrollan como debieran en un proceso progresivo, incremento de temperaturas, o regresivo, descenso de las mismas. Me explicaré; lo normal es que cuando se pasa de una a otra estación, las diferencias tanto de temperatura como de lluvias se sucedan de una forma continua, con más o menos altibajos. Se cumpliría aquel refrán popular que dice que “el tiempo no se lo comen los lobos”, para expresar que debe llegar el tiempo del frío, del calor, de las lluvias, de la heladas, tormentas, y todos los demás fenómenos meteorológicos, a su debido tiempo. Así, si vamos del verano al otoño las temperaturas irán descendiendo de forma progresiva hasta llegar unos mínimos en el invierno, dependiendo de la zona, y continuar ascendiendo hasta volver al verano, hasta temperaturas propias del lugar considerado. De la misma forma, las lluvias se mostraran entrado el otoño hasta el comienzo del verano de una forma regular, tormentas aparte. Es indudable que tanto los descensos como los ascensos en el caso de las temperaturas no se producen de forma continua y lineal, sino que lo hacen con ciertos altibajos y que las lluvias no se producen cuando la tierra las necesita y que a veces llueve más de lo que uno hubiera deseado, pero este año han sucedido, a mi parecer, cosas raras.




Para comenzar el año agrícola, datos de la “aemet” en el aeropuerto de Sevilla, en septiembre no llovió absolutamente nada, con lo cual tuvimos un déficit de 27,00 l/m2. El mes de octubre terminó bien en cuanto a lluvias, 123,40 l/m2, cerrándose con un superávit de más de 60 l/m2. Noviembre empezó bien en cuanto a precipitaciones presagiando un otoño de ensueño, pero sólo llovió la primera semana, 44,70 l/m2, no volviendo a llover en todo el mes, acabándose con un déficit de más de 40 l/m2, no obstante lo cual los frutos del otoño, bellota y aceituna, fundamentalmente, se enmendaron bastante. De cualquier forma se comenzaba a notar la sequía que se preveía. El mes de diciembre se despide igual de seco o más que el anterior; sólo han caído 14,50 l/m2, lo que origina un déficit de 80,50 l/m2; hacía tiempo que no veíamos un otoño tan seco. El invierno entró seco, con lo cual volvimos a tener el mes de Enero deficitario, sólo cayeron 65,00 l/m2 originándose un déficit de más de 20,00 l/m2; de igual forma se comportó febrero con precipitaciones totales de 54,50 l/m2 y otro déficit, en este caso de casi 30,00 l/m2. En total hemos tenido un déficit acumulado de septiembre a febrero, inclusive, de cerca de 200,00 l/m2, con lo cual le temporada de caza ha sido bastante seca. De cualquier forma tenemos que remontarnos a los años 2.008 y 2.009 para comprobar un exceso de lluvia en el otoño.
Pero este año se distinguirá del resto, que yo recuerde, por haber tenido un invierno raro; que yo sepa no hemos tenido temperaturas por debajo de cero grado en Monesterio, por lo menos hasta terminar el mes de febrero; no es que sea raro que no hiele a partir de aquí, pero ya es más difícil. Bien es que algunos ganaderos a los que he preguntado me han afirmado que ha habido heladas, han observado algo de hielo en los charcos de los caminos, pero no han dejado de ser muy localizadas y de muy corta duración. Esas heladas persistentes de un día para otro y en algunos lugares presentes hasta la llegada de la primavera han sido inexistentes. El otro día, ya pasado el mes de febrero, estuve en Monesterio y pude ver que todavía había hierbabuena en el arriate de la casa, cuando lo normal es verla totalmente quemada y sin hojas a la espera de la llegada de la primavera.
Esta última estación, la primavera, ha sido francamente desigual por dos aspectos: irregularidad en la pluviometría y a igualdad de esta, el distinto comportamiento de la agricultura dependiendo de la situación geográfica del cultivo. Así, el mes de abril fue muy irregular en cuanto a la lluvia caída: en Sevilla prácticamente se puede decir que estuvo a las expectativas del año medio, algo por encima de este, y mientras más subíamos hacia el norte las precipitaciones iban en aumento: en Monesterio (Badajoz), se registraron por algunos agricultores lluvias de 150 e incluso de hasta 200 l/m2 y por encima. El mes de mayo se “descolgó” con lluvias prácticamente en casi toda España, superando en Sevilla, en sólo una semana, la segunda, los 150 l/m2, muy por encima del año medio mensual. Los peregrinos de la romería del Roció, en Sevilla, y de S. Isidro, en Monesterio, pueden dar testimonio de ello. Pues bien, como decía más arriba, estas lluvias fueron, fundamentalmente las de mayo, perjudiciales o beneficiosas dependiendo del cultivo considerado y de la situación de este geográficamente hablando. Así en la provincia de Sevilla, estas lluvias, han propiciado el desarrollo y crecimiento del girasol en la etapa más importante de su desarrollo: la producción de las flores. En esta fase es cuando la planta necesita más agua, pudiendo afectar un déficit hídrico a la expansión floral, tamaño de la inflorescencia, y al número de flores y consecuentemente al nº de granos o semillas; después se produce la acumulación de carbohidratos, ácidos grasos y proteínas en los granos, determinándose el peso de los mismos y su porcentaje de aceite. Pero en la misma finca que se producía este “milagro”, se podía observar una siembra de trigo “comida” por las malas hierbas y que seguramente no fuese a ser cosechado para grano, aunque si para heno del ganado o directamente aprovechada por este “a diente”. En estas mismas zonas, los terrenos dedicados a dehesa se encontraban patisecos y con una hierba rala y escasa a la cual le había caído mucha agua, pero a destiempo, muy tardía.



Nada que ver con la dehesa en Extremadura, que se encontraba en todo su esplendor. Y si seguimos más al norte, las lluvias caídas han sentado de maravilla a los trigos extremeños y castellanos, ya que se encontraban más tardíos. De ahí que la cosecha de trigo a nivel nacional haya sido buena y en Sevilla haya constituido una catástrofe.
Y claro, la caza está íntimamente ligada a la agricultura, unas veces para bien y otras para mal, y su desarrollo depende del estado general del campo: como comida y también como refugio.
Pero claro, ya lo dice el refranero, que “nunca llueve a gusto de todos” Enfrente de la romería, el llano de la finca “EL Cortijino” presentaba, desde el coche, un estado excelente: hierba de un color verde y a una buena altura. Esta finca, de unas 400 ha de dehesa, tiene este llano de unas 100 ha, desprovisto de árboles, que de siempre se dedicó a la agricultura: trigo, cebada o avena. Después, se sembraba una de mezcla de gramíneas y leguminosas, la clásica veza-avena, que se recolectaba en forma de heno para almacenar y alimentar al ganado en épocas de escasez. En estos tiempos estas siembras constituían refugio y alimentación excelentes para la caza en la época de cría. Pero ya en la actualidad y desde hace tiempo, más o menos desde la entrada en la UE, el ganado extensivo comenzó a recibir las subvenciones de Europa, la densidad del mismo se incrementó hasta grados extremos y se dejó de sembrar y se comenzó a comprar piensos y forrajes para suplementar la alimentación. Creo que ese fue el comienzo del declinar de la caza en la zona: pasar de explotaciones ganaderas con vocación agrícola para alimentar el ganado, a fincas dedicadas exclusivamente a la ganadería. Antes de estos acontecimientos, la densidad ganadera permitía el desarrollo de la caza y ahora, debido al incremento del ganado, la caza se ha visto expulsada de las zonas productivas, ahora esquilmadas por el ganado, hasta otras menos productivas o de monte con el consiguiente descenso en la misma. Pero creo que esto sería cuestión de dedicarle un capítulo aparte, aunque creo que ya he hablado del asunto en alguna ocasión.
Llego a “La Mimbre” y aunque las zonas de pastizal tienen buen aspecto, no puedo decir lo mismo de las encinas. Cuando para el coche para abrir la cancilla aprovecho para acercarme a una encina cercana y ver su aspecto más detenidamente. No presenta “hechadas” nuevas, aunque después de fijarme más detenidamente me parece observar brotes del año pero antiguos, posiblemente de antes del mes de mayo y algunas flores femeninas como abortadas, posiblemente atacadas de lagarta .
Se nota en los pastizales un desarrollo de las gramíneas sobre las leguminosas, debido fundamentalmente a la escasez de lluvias en el mes de abril, muy irregular en Monesterio, aunque se advierte la carga ganadera de la finca con zonas de pasto bastante roídas. El calor de la última semana se ha llevado la humedad más superficial del suelo y la hierba, poco arraigada durante el invierno, tiene las horas contadas a no ser que le caiga algún chaparrón. Los barrancos presentan cierta escorrentía de aguas más profundas; esta humedad se notará en los árboles, encinas y alcornoques, con raíces más metidas en el subsuelo. A ver si esto lo remedia, porque el arbolado presenta en líneas generales una falta de agua en el invierno, eso que suelen decir las gentes del campo: “los árboles no ha cogido savia”.
El resultado en la caza es bastante incierto; muchas nidadas se estropearon con las lluvias y a partir de estas se vieron parejas de perdices sueltas, como si estuvieran formando nido de nuevo. A estas alturas la caza es desigual dependiendo de la zona: sitios donde la perdiz ha criado bien y otros en los que no se ve ni un bando.

lunes, 18 de julio de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016: VII. Algunas anomalías: becadas y codornices


Siguen produciéndose rarezas en la caza. Siempre es normal que en algunos de los grupos, no todos ni en todos los lotes de caza, se cobren a lo largo de la temporada alguna becada y/o codorniz, más raro esta última. Esta temporada, sin embargo se han visto las becadas al principio del otoño y también codornices, en mayor número que otros años. Es evidente que el tiempo está cambiando y con ello las costumbres de algunas de las especies de caza, sobre todo las que emigran a España, ya sea para pasar el invierno o para su periodo de crianza en el verano. Así, la becada en su bajada desde las tierras del Norte sigue en su peregrinar buscando terrenos encharcados, los que sigue encontrando en Extremadura debido a la relativa abundancia de lluvia en el otoño y la codorniz se queda parte del otoño al encontrar comida y temperaturas más suaves de las normales.

 

Decididamente el tiempo está cambiando y este cambio debe tener algún tipo de influencia antropológica. Si no, ¿cómo nos íbamos a explicar el tipo de vida que llevamos?: estamos agotando poco a poco todas las reservas de petróleo, expoliando los bosques, contenidos los ríos, agotados los acuíferos, poniendo barreras artificiales a la naturaleza – carreteras, autopistas, vías férreas, pantanos, líneas aéreas, cercas, etc...etc... Paralelamente, de acuerdo a las necesidades de una población que crece en progresión acelerada, aunque parezca que últimamente se frena en según cuales sitios, la agricultura y ganadería han incrementado y multiplicado sus producciones en base a desarrollo de nuevas semillas, tratamientos fitosanitarios, plantas transgénicas, creación de nuevas razas ganaderas más productivas, medidas profilácticas y curativas para la ganadería, etc…etc... Todo ello, debido a un incremento del consumo basado sólo y exclusivamente en las leyes de la oferta y la demanda de la población.
Es hora de que reflexionemos y pongamos sobre la mesa las posibles soluciones a estos problemas de contaminaciones, cambios de clima, escasez de la fauna, etc., y pensemos de qué cosas podríamos prescindir sin necesidad de sufrir y hacer excesivos esfuerzos. Estoy seguro que si nos pusiéramos a pensar detenidamente, nos daríamos cuenta que muchas de las cosas de las que disfrutamos actualmente no nos hacen demasiado falta. Creo que, incluso con el tiempo, no las echaríamos de menos.
La realidad es que hemos pasado por unos años de “vacas gordas” en los que hemos dilapidado muchos productos y ahora los estamos echando de menos. Cuestión de acostumbrarse a la escasez; a la larga la naturaleza lo agradece.




(*) Este tipo de lesión es muy frecuente verlo en las palomas de ciudad. En la construcción del nido emplean todos los materiales a su alcance, entre los que pude haber hilos, pelos, trocitos de plástico o alguna gomilla de las usadas en papelería, las cuales se enredan en las patitas de los pichones cuando son pequeños y que al crecer les amputan las extremidades o como mal menor los dejan lisiados. 

miércoles, 6 de julio de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016: VI. Dos invitados cada vez más abundantes: el meloncillo y la gineta


        El meloncillo es un curioso animal que se ha presentado en nuestros terrenos de caza no se sabe bien de qué manera. Si uno consulta la bibliografía se encuentra de entrada que este animalito pertenece a la fauna ibérica, afirmación bastante gratuita, representado en la Península por la subespecie “Herpestes ichneumon widdringtonii”. Esta especie pertenece a la familia de los herpéstidos (Herpestidae), mamíferos placentarios pertenecientes al orden Carnívora. La subespecie presente en la Península está bien definida, ya que se distingue claramente de las poblaciones que hay en el norte de África por su tamaño algo mayor, globos auditivos más inflamados, color más oscuro en las poblaciones ibéricas y sobre todo por sus dientes más grandes. Se nota que ha evolucionado a mejor, dado que aquí ha encontrado en las especies de caza menor un reservorio energético que no tenía en su habitat original. La mayoría de las especies se conocen por el nombre de mangostas, siento esta la única mangosta europea, hecho raro de por sí.


  Yo, que llevo mucho tiempo cazando, desde los 10 años, tengo 68, puedo asegurar que el primer meloncillo que vi en el campo fue cuando ya era, relativamente, un cazador bastante experimentado, más de cincuenta años; y no sólo eso, sino que nunca en mi vida había oído decir a ningún cazador que hubiera visto alguno. Comenzaron a verse de pronto, como si hubiesen aparecido por arte de magia y entonces comenzaron a fraguarse distintas teorías sobre tan misteriosa aparición; la más comentada entre los cazadores, era la de que había sido introducida por los Organismos Oficiales adjuntos a la caza como animal que pudiera de alguna forma contribuir al equilibrio ecológico. Como si ya el hombre, no me refiero a los cazadores sino al hombre en general, no fuese el animal que más desafía este equilibrio con la explotación de los recursos naturales y domesticación y redistribución de especies animales.
Se piensa que la distribución del meloncillo en la península ibérica se debe a una acción antigua, aunque no es seguro. Probablemente fuera introducido por los fenicios, con la intención de eliminar de sus casas los ratones y reptiles.
Al igual que el meloncillo, nos encontramos con otro invitado, en este caso la jineta. Este animal, llamado también gato almizclero (Genetta genetta), es una especie de mamífero carnívoro de la familia de los vivérridos, la única de esta familia que se puede encontrar en Europa. Al igual que el meloncillo, parece ser que fue introducido en la Península Ibérica, en este caso por los árabes y con la misma intención: la eliminación de ratas, ratones y reptiles. Tampoco se veía mucho a este animal en el campo. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurría con el meloncillo, sí que se oía hablar de él a otros cazadores, sobre todo a los que solían cazar con podencos. 
Al igual que el meloncillo, la jineta parece haber experimentado una tendencia expansiva en la zona suroccidental de la península, siendo principalmente abundantes en Sierra Morena. En Extremadura, al no haber grandes depredadores como linces o lobos, no tienen depredadores naturales. A pesar de ello, la Administración Pública ha considerado a estos animales autóctonos, estando actualmente catalogados en Extremadura como "de interés especial" y su caza totalmente prohibida.
Lo que sí está claro es que no son animales autóctonos. Son especies que han sido introducidas de forma artificial en el ecosistema, considerándose por tanto especies invasoras, denominadas alóctonas, por los problemas que representan. Llama la atención que sean, las dos, las únicas especies pertenecientes a su familia, existentes en todo el continente europeo. En nuestros casos, son animales que han encontrado en las especies de caza menor, liebres, perdices y conejos, una fuente de energía que no tenían en sus ecosistemas originarios, causando perjuicio y pérdidas económicas en el ecosistema de destino, el nuestro. Comparte presas con el zorro o el lince, e incluso algunos ganaderos se quejan de que estos animales crean daños a sus animales, si bien no es habitual que las mangostas no ataquen a animales tan grandes.
Ante la proliferación de estas especies la Administración debería tomar cartas en el asunto y considerarlas, al igual que se ha hecho con el zorro, especies cinegéticas y regular su caza. La Asociación de Productores de Caza pide declarar a estos animales "especies exóticas invasoras" y así poder cazarlos.


miércoles, 29 de junio de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016: V. La paradoja del zorro




Todos los seres vivos que se desarrollan en este querido planeta Tierra, incluido el “homo sapiens”, tienen factores limitantes para su desarrollo, siendo el principal de ellos la alimentación. Un animal bien alimentado, desarrolla y realiza de forma normal sus funciones fisiológicas y reproductoras, creciendo de forma sana y fuerte frente a las adversidades que se les puedan presentar, fundamentalmente enfermedades, depredadores y factores climatológicamente adversos. Por el contrario, si falta la alimentación de forma general y continuada o en una fase clave del desarrollo, el reloj biológico comienza a fallar, la fisiología se deteriora, el animal no es capaz de luchar contra enfermedades, climatología adversa y no digamos salvarse de sus depredadores.
Todos los animales, exceptuando a los domésticos, a veces estos también, se encuentran a lo largo del año con temporadas de abundancia y también con otras de escasez de alimentación. Estas temporadas pueden ser distintas en función de las preferencias en la alimentación de los animales: carnívoros (animales que se alimentan de otros animales), herbívoros (animales que se alimentan de plantas) y omnívoros (animales que se alimentan de plantas y/o de otros animales).  Está claro que un animal que sea omnívoro tiene o debe de tener ventajas respecto de los otros dos. Así tenemos al jabalí, el cual, debido a la falta de depredadores, ha proliferado respecto a las demás especies a lo largo de estos últimos años. Vendrían después los herbívoros, los cuales dispondrían de abundancia de alimentación en primavera y otoño, con otras de cierta escasez o incluso posible hambruna en el verano y el invierno. Por último tendríamos a los carnívoros, que dependerían en su alimentación de la cantidad que existiera de las otras dos.
Hechas las consideraciones anteriores y dado que todas las clasificaciones zoológicas incluyen al zorro dentro del Orden de los carnívoros, y que su alimentación dependería fundamentalmente de animales a los que pudiera depredar, no sería el caso del jabalí, cabría pensar que al disminuir la caza menor disminuiría también la cantidad de zorros. Pues no señor, todo lo contrario, aumenta con independencia de lo que le ocurra a los conejos, liebres o perdices e incluso otras especies distintas de la caza como pueden ser ratones, ratas, etc...



Y esta paradoja ¿a qué es debida? Pues yo diría que es debido a varios factores. Primero aclarar que el zorro no es un animal exclusivamente carnívoro, lo que se llama carnívoro estricto, ya que en caso de necesidad, y también de no tanta necesidad, puede recurrir a otro tipo de alimentos. Los zorros son comedores oportunistas y generalistas, que no están específicamente adaptados para comer y digerir ni material vegetal ni carne exclusivamente. Hay otra alimaña que prolifera al igual que el zorro con un comportamiento alimentario parecido, el cuervo. Así no es nada extraño, a principios de verano, ver a cuervos y zorros penetrar en los huertos de hortalizas y arrasar con tomates, pepinos y otros menesteres. Ya entrado el verano, puede verse a los zorros avanzar dando saltitos en el campo: están dando buena cuenta de langostas y cigarrones, los vulgares “cañafotes”(*) . Es también normal, avanzado el verano, verlos hartarse de higos y uvas, constituyendo estos dos frutos no ya un alimento para salir del paso sino un verdadero cebo: se ponen gordos y lustrosos como en ninguna otra época. También pueden alimentarse con multitud de frutos y bayas del otoño sin despreciar las bellotas de las encinas. De esta forma, tenemos que el zorro se comportaría como carnívoro en primavera, dando buena cuenta de nidos, perdices empollando, parideras de conejos, lebratos y otros manjares propios de este tipo de alimentación. Más adelante sufriría una transformación a insectívoro, langostas y cigarrones, siguiendo con una dieta casi totalmente frugívora, cubriendo su alimentación con los mencionados frutos: higos, uvas, membrillos, bellotas etc... Sólo quedaría un periodo, correspondiente fundamentalmente al invierno, en el cual le sería más difícil y complicado encontrar alimentación. Pero he aquí que la transformación de la ganadería extensiva de antaño a la semi-intensiva de hogaño, como decía más arriba, ha beneficiado al oportunista maese zorro como lo pudieran haber beneficiado, estoy seguro, otros cambios en otras épocas distintas. Me explicaré. El incremento de la ganadería, en ocasiones muy acusado, y la disminución de la agricultura han obligado al ganadero a “tirar de costal”, o sea, alimentar al ganado con piensos supletorios, fundamentalmente en invierno. Estos piensos se distribuyen normalmente en el campo, a cielo abierto, a los distintos animales: vacas, ovejas y cerdos. Estos lugares de abastecimiento son frecuentados por los zorros durante la noche, donde se alimentan con los restos e incluso son “invitados” al banquete a plena luz del día y delante de los dispositivos mecánicos encargados de repartir el alimento. Encima, dada la alta densidad de la ganadería, este proceder de alimentar al ganado no se produce sólo en el invierno, sino también en otras épocas del año. Para mayor deleite de maese zorro, estos piensos que se suministran al ganado son equilibrados en sus componentes esenciales (hidratos de carbono, proteínas y grasas), micro-elementos (minerales y vitaminas) e incluso suelen ir medicados (antibióticos, antinflamatorios, antiparasitarios, etc...). Tenemos, de esta manera, alimentado de forma integral a nuestro carismático zorro, medicado y desparasitado, mantenido por el ganadero en óptimas condiciones de salud, reproduciéndose de la mejor forma posible y campando por nuestros campos como si de un señorito se tratara.  Sumémosle para su mayor ventaja, la casi total falta de depredadores, si exceptuamos lobos, linces y alguna rapaz como el águila real o búho real, donde los haya. Yo hace tiempo que no veo un zorro flaco o enfermo, siempre están gordos y lustrosos.
Dicho todo lo anterior, es cuestión de preguntarse cuáles podrían ser las actuaciones encaminadas a un control adecuado de las poblaciones de zorros. Habrá posibles formas de actuar sobre esta población que son ajenas totalmente a los cazadores; unas podrían ser tomadas por los ganaderos y otras, las que más, por parte de la Administración Pública. En el primero de los casos ya tiene bastante el ganadero con dejarnos cazar en su propiedad, la mayor parte de las veces por un precio simbólico, y de vez en cuando hacer el mismo un control por su cuenta sobre todo cuando le afecta en sus propias carnes: sé que en más de una ocasión los zorros le han quitado a las ovejas el cordero recién parido y aún después. Por otra parte, también coopera con los cazadores en el cuidado y revisión de las trampas-jaulas con cebos vivos. El caso de la Administración es más complicado; sus actuaciones suelen ser escasas, a destiempo, complicadas, costosas y, lo que es peor, muy poco efectivas. Valga como ejemplo los resultados sobre las repoblaciones de conejos.
Pero la Administración, sino directamente, sí que ha dejado en manos de los cazadores un arma para paliar en lo posible el exceso de población del zorro: ha convertido a este animal, ya hace bastante tiempo, en pieza de caza y además lo ha incluido como pieza susceptible de ser homologada como trofeo (Comisión de Homologación de Trofeos de Caza de Andalucía, Orden de 20 de febrero de 2009, Boja de trece de marzo de 2009). Ello quiere decir, que aparte de otras posibles modalidades de control poblacional, la caza directa de nuestro zorro cumpliría, así, de bote pronto, con dos fines: control de población y disfrute de los cazadores.
En definitiva, creo que la sociedad debería tomar medidas en este sentido, más teniendo en cuenta que una cacería de zorros, sólo desde el punto de vista cinegético, promete bastante más que una jornada normal al salto o en mano. Se debería enfocar la gestión a la caza con perros de madriguera y ganchitos con los perros sin descuidar las actuaciones con las trampas-jaulas con cebos vivos.
Hace ya unos cuantos años que la sociedad no caza demasiado en madrigueras, las jornadas especiales de batidas de zorros dejan mucho que desear y las trampas-jaulas no han proliferado como debieran, de tal forma que en los últimos años ha habido una explosión en el número de zorros en los terrenos de la Sociedad Local.

(*)  Parece ser que este nombre de cañafote (Monesterio), cañifote (Valencia del Ventoso), gañafote (Burguillos), o gafañote (San Vicente de Alcántara) procede de gafanhoto, nombre portugués con el que se conoce a este insecto

lunes, 27 de junio de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016: IV. Las migratorias



Si la caza menor, siendo autóctona del terreno y permitiendo, por lo tanto, un estudio “in situ” y “continuado” sobre su comportamiento, necesidades y costumbres, es difícil de investigar por tener múltiples factores, ambientales y humanos, que le afectan, ¿qué podemos decir de una especie de la que sólo conocemos una parte más o menos importante de su ciclo de desarrollo? Encima, para más agravio de este tipo de caza, se la considera como algo extraño en nuestro ambiente y siempre hay cazadores, cada vez menos, a Dios gracias, que opinan que hay que cazarlas casi hasta el exterminio: “total, no son nuestras y ve a averiguar si volverán para otro año”.
Mi opinión particular es que en este caso, las migratorias están sometidas a una presión cinegética excesiva. Y esto se cumple, casi en todas las especies: migratorias de verano, tórtolas y codornices y migratorias de invierno, zorzales y palomas. Hay que incluir en este caso también a las torcaces sedentarias que se cazan por el verano, en la media veda.
Aquí debería ser la Administración la que pusiera coto y remedio al asunto. En la mayoría de los casos, las distintas leyes de veda permiten la caza de migratorias durante sábados, domingos y festivos de carácter nacional o regional y en horario de 7:00 a 11:00 horas y a partir de las 17:00. Si ponemos el ejemplo de la temporada pasada en Extremadura, en la que el periodo de caza de la tórtola era del desde el 22/08 al 13/09, ello supuso un total de 9 cacerías posibles: 4 sábados, 4 domingos y 1 festivo. La mayor parte de las sociedades se limitan a cazar un solo día a la semana, sábado o domingo, entre otras cosas porque no hay comedero que aguante más días de caza y menos aún dos días seguidos; ya lo dice el refrán “a caza movía no vayas al otro día”. Comprendo que la Ley está hecha para que se pueda escoger entre sábado o domingo, pero no se indica nada que impida hacerlo en los dos días, si a la sociedad le apetece, y me consta que se hace. La administración debería arbitrar algún medio que impidiera celebrarse cacerías dos días seguidos en el mismo lugar.
Los comederos permitidos por ley y establecidos por los cazadores han venido a remediar esa falta de agricultura, ya comentada en otros sitios, que ha traído consigo el incremento de la ganadería. Pero estos comederos presentan algunos inconvenientes. Antes, las siembras realizadas eran bastante extensas, con lo cual la zona de comida “aportada” a los pájaros, las rastrojeras, eran amplias y permitía no sólo incrementar los puestos, sino también separar unos de otros. Actualmente los comederos artificiales tienen el inconveniente de ser pequeños, dan mucho menos trabajo, con lo cual el nº de cazadores que cabe es menor y encima, para su tamaño, el nº de puestos siempre es excesivo.
Las sociedades deberían remediar en lo posible aquellas cosas que resultan difícil de hacerlo por la Administración, para lo cual incidiría en algunas cuestiones fundamentales, a mi modo de ver:

a) Adecuación real del comedero al nº de cazadores: Hay que planificar con anterioridad el tamaño del comedero, para que luego los puestos estén suficientemente separados, no sólo por la seguridad del cazador, sino también para que se le permita a la caza ciertas probabilidades de salvación. Es increíble como algunos pájaros antes de entrar al comedero han de pasar por el campo de tiro de dos o más escopetas, e incluso si se escapa lo esperan dentro del mismo.
b) Limitación de los días de caza: no deberíamos cazar más de un día a la semana. Con un día debería ser suficiente.
c) Limitación del horario: respetar el horario de la administración, sólo hasta las 11:00 de la mañana y restringirlo aún más, no cazando por las tardes. Hay razones para estas limitaciones: el pájaro entraría al comedero con tranquilidad a partir de las 11:00 y sin restricciones por las tardes. Ello nos permitiría volver a la semana siguientes con más garantías. Por otro lado, las tardes con el calor y, presumiblemente, después de haber comido en abundancia, no son nada agradables. En caso contrario, si el pájaro no logra comer en todo el día, puede que emigre a otros comederos en los que se les moleste menos.
d) Educar a los cazadores: Esto es algo muy importante. “No se caza más por tirar o disparar más”. Los cazadores viejos decían que “la paloma se mata con el culo” (*) . En los puestos fijos para pájaros, hay que cazar con tranquilidad, no tirar los pájaros lejanos, estar quietos hasta tenerlos a tiro y no abusar de gatillo. La mayor parte de las veces lo que se hace es “espantar” caza o algo peor, herir caza que no se cobrará y morirá fuera de nuestro alcance.

 Arriba, en las fotos se observa la diferencia entre las perchas de mañana y tarde. Algunos cazadores siguen opinando que las tardes son mejores, que los pájaros, con el hambre, al no haber podido comer por la mañana, entran mejor a las escopetas; puede que los pichones, tanto tórtolas como paloma, piquen de novatos, pero los pájaros viejos pasan hambre y si hace falta no asoman más por el comedero.
Dentro de las migratorias, el cazador siempre confía mucho en un pajarillo, el zorzal, que tan buenas jornadas nos depara. Pero esa confianza se está perdiendo cada vez más. Llevamos cuatro o cinco temporadas en franca regresión de zorzales y, la verdad, no se espera que la cosa vaya a ir bastante mejor.
La venta de cartuchos en las armerías se salva gracias al zorzal, pero a, este paso, se está convirtiendo uno en un extraño en las armerías; los dependientes y/o propietarios te saludan efusivamente y te indican que cada vez aparece uno menos. Y uno por dentro piensa que “y menos que voy a venir”, porque el asunto está que arde: con un cajón de 250 cartuchos te sobra para más de una temporada, incluso dos o tres. Lejos aquellos tiempos en que esa cantidad de cartuchos la tiraba uno en una sola jornada. Actualmente, las perchas de 7 u 8 pájaros, como la de la foto, se celebran como verdadero acontecimiento. Supongo que el gasto de pólvora se realizará fundamentalmente en competiciones de tiro, sean de plato, pichón u otras modalidades.
En definitiva, el pájaro sigue si resollar: cada temporada, peor que la anterior. La regresión de zorzales sigue a más, a este paso no vendrán.
Respecto a la paloma de invierno parece ser que estos dos últimos años se ha recuperado un poquito, pero matar una paloma en el invierno se convierte en una tarea digna de mérito. Si cuando había abundancia de palomas, oscurecían el cielo y había que espantarlas de las fincas con cohetes, salió el refrán entre los cazadores de “no vayas a palomas aunque no comas”, ¿que podíamos decir ahora? Muy sencillo, no salir al campo.
Algún día hablaré algo sobre que le puede ocurrir a los zorzales. Evidentemente no sobre lo que realmente les ocurre, sólo de lo que les puede ocurrir. Más “quién sabe”.

(*): Alude el refrán a que para matar la paloma hay que esperarla con tranquilidad, sentado y cómodo a ser posible. Cuando se va llegando a cierta edad, como me ocurre a mí, permanecer en un puesto de pie, con la escopeta aguantando en los brazos se hace bastante pesado y ello propicia que de vez en cuando te muevas para desentumecer los músculos agarrotados por una postura incómoda y continua. Este movimiento imperceptible para uno, es un verdadero inconveniente para la entrada del pájaro. Este se da cuenta de nuestra presencia por el movimiento y sin que a veces no nos lo expliquemos, vira antes de llegar al puesto y no entra a tiro de la escopeta. Por el contrario, si estamos sentado estaremos más cómodos, no soportando el peso de la escopeta a pulso, la tendremos terciada sobre las piernas y consiguientemente nuestros movimientos serán más escasos y menos perceptibles. Sólo asomaremos por encima de la mampara o puesto, lo suficiente para ver entrar el pájaro a lo lejos, permanecer quieto dejando entrar al pájaro y sólo cuando esté a nuestra altura subiremos de la silla, apuntaremos mientras nos elevamos y dispararemos sobre seguro. Hay que tener en cuenta que el pájaro cuando viene volando tiene un campo de visión, la mayoría de las veces, adelantado cual si fuera el foco de un helicóptero, y ve delante pero no debajo con cierta perpendicularidad. Si nos levantamos después de que haya pasado este campo de visión, probablemente ni siquiera se percate de que le estamos disparando.


jueves, 23 de junio de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016: III. El problema de la perdiz



Este es el principal problema, a mi modo de ver, crucial diría yo. La perdiz requeriría un estudio aparte, en primer lugar por ser la reina de la caza y en segundo lugar por su escasez esta temporada, lo cual augura un futuro bastante incierto. Hay tres fases fundamentales en el desarrollo de la perdiz: la primera es el estado de celo, la segunda es la incubación y por último, la tercera, la fase de cría. Uno de los factores que más afectan al celo es la duración del día, con el incremento de la iluminación, juntamente con la temperatura. El exceso de lluvia y/o tormentas originan falta de celo, con lo cual las puestas son muy irregulares. Una vez realizada la puesta, el estado fisiológico de la perdiz cambia y se produce la denominada “cloquez”, con la cual se incrementa la temperatura del cuerpo y comienza la incubación de los huevos. Durante la incubación pueden producirse abandonos totales o parciales de los nidos que llevan al fracaso total de la reproducción. El abandono de nidos puede producirse por motivos muy distintos: falta de calentura de la perdiz, exceso de calor, lluvias, tormentas, depredadores (zorros y córvidos, cada vez más abundante), etc... Hay ocasiones en que la perdiz abandona el nido y, si el tiempo le acompaña, puede volver a iniciar otra vez el procedimiento comenzando por la fase de celo y después la incubación. Son los llamados pollos tardíos, que en más de una ocasión arreglan la temporada. Una vez terminada la incubación, si esta se ha llevado a cabo por lo menos de una forma parcial, comienza la llamada fase de cría. La perdiz puede considerarse un ave esteparia, por lo menos en su fase adulta; es un ave resistente, acomodada a la falta de comida y a la escasez de agua. Pero en sus primeras fases, el pollo recién salido del huevo es un animal desvalido y delicado. Si no dispone de comida y agua con cierta regularidad tendrá los días contados, ello sin contar con los posibles ataques de depredadores:   ya no sólo los mismos que afectan a los adultos, sino también otros bastante menos impresionantes, como puede ser el pequeño pero temido alcaudón común, el cual se trata de un verdadero especialista en capturar insectos de cierto tamaño y pequeños pajarillos; tampoco hay que olvidar al rabilargo, de la familia de los córvidos. En ocasiones y debido a estos múltiples factores negativos se ve como los bandos de perdices, al comienzo numerosos, van disminuyendo poco a poco hasta quedar uno o dos en el estado adulto, si no todo el bando.

Nido de perdiz abandonado

Ya en su fase de adulto la perdiz se hace resistente y puede superar los inconvenientes con un grado mayor de éxito que no en las fases anteriores.
Si examinamos detenidamente el problema y comparamos con épocas anteriores, sólo encuentro una diferencia: se ha abandonado totalmente la agricultura en favor de una ganadería que ha pasado de una explotación extensiva a otra, si no intensiva, casi intensiva. La perdiz “se ha echado al monte”, en el sentido estricto de la palabra, desplazada por la ganadería. Consecuentemente la densidad de la caza en el monte no es comparable a la de la campiña, esta última bastante más productiva.
Por otra parte en los terrenos de cultivo se echa la culpa al exceso del mismo: no hay lindazos, regatos, sitios de refugio para la caza. Las cosechadoras hacen verdaderos estragos y cada vez más se echa la culpa a los productos fitosanitarios con que son tratadas las semillas antes de la siembra , así como a los herbicidas que acaban con los pocos resguardos que quedan en los terrenos de cultivo intensivo.
Tenemos pues que lo que podría ser una ventaja en las zonas ganaderas, el cultivo de la tierra, es un inconveniente en las zonas propias de cultivo ya que en estas en la actualidad se recurre con demasiada frecuencia a los ya mencionados productos fitosanitarios. En fin, que en un término medio consiste la virtud, término medio que se cumplía, en nuestra zona, antes de la revolución de semillas, productos fitosanitarios y transformación de la ganadería extensiva de antaño a la semi-intensiva de hogaño.
Ya hablaré más de la perdiz en otra ocasión.

martes, 21 de junio de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016 SOBRE LA CAZA MENOR: II. Las liebres equivocan su ciclo


De siempre, las liebres han tenido un ciclo raro con respecto a la ley de veda; el resto de las especies se reproducen o por lo menos lo intentan en épocas en que la veda permanece cerrada, recurriendo en la mayoría de los casos a la primavera, cuando se supone que el campo brinda más posibilidades de alimentos para sacar adelante a las crías. Pero en el caso de la liebre no era raro encontrar alguna que otra liebre preñada en pleno invierno; no así paridas, ya que es difícil que los lebratos aguanten temperaturas excesivamente bajas. Algo parecido le ocurre al jabalí. Estas especies están algo trastocadas respecto a lo que debería ser un comportamiento más normal y así es frecuente encontrarse con hembras que están preñadas en plena temporada de caza ¿Pudiera deberse al tema tan discutido y discutible del cambio climático? Vaya usted a saber; la realidad es que los años anteriores hemos tenido unas primaveras escasas de lluvias y con temperaturas más altas de lo normal, unos otoños de lluvias abundantes y temperaturas bastante suaves e inviernos secos sin heladas persistentes. De hecho este año agrario, no ha helado durante todo el invierno y si lo ha hecho ha sido de forma poco duradera.

Esas heladas que se mantenían de un día para otro, incluso semanas y aún meses no se han visto para nada. Ello propicia que el otoño se presente más agradable y con comida abundante, máxime si estamos en una dehesa con abundancia de bellotas, propicio para la reproducción de las especies más que la propia primavera, como venía ocurriendo desde el devenir de los tiempos. Aún más, si el invierno se mantiene con temperaturas suaves impropias de la temporada.
La liebre aunque parezca abundante, no es más que una ilusión.  La realidad es que está muy escasa, lo que ocurre es que al faltar en la percha conejos y perdices y aparecer sólo ellas, parece que su presencia nos brinda una abundancia que es engañosa. A la vista está la foto de lo cobrado en una jornada al salto por 12 cazadores: 7 piezas, de ellas 6 liebres y una sola perdiz.
 Una ventaja que parece que tenemos es la ausencia de enfermedades en las liebres de nuestra zona, aunque también las densidades poblacionales, muy bajas por desgracia, no permiten el desarrollo de las mismas. También puede ser que no se aprecien con la misma determinación de otras zonas; no es lo mismo ver una liebre muerta en el campo cuando se trata de una campiña a verla en una zona poblada de monte, donde la presencia de un animal muerto pasa generalmente desapercibido.
En fin, la liebre aunque brinda alguna que otra vez lances espectaculares, no es a la escopeta lo que representa la perdiz. Los lances de esta no tienen nada que ver con los proporcionados por otras piezas, sobre todo con la perdiz criada en la sierra.

domingo, 19 de junio de 2016

LA CAZA MENOR SE ACABA: CONCLUSIONES A LA TEMPORADA 2015-2016 SOBRE LA CAZA MENOR: I. Ausencia total del conejo: pura presencia testimonial


La caza menor se acaba, o por lo menos esa es la conclusión que yo saco. Hablo de las características especiales de los terrenos que conforman la Sociedad Local de Cazadores Nª Sª de Tentudía de Monesterio (Badajoz). Aunque desde luego el problema no es privativo de esta Sociedad. El mal está más generalizado de lo que creemos. Intentaré enumerar aquellas circunstancias, que a mi parecer, están acabando con la caza menor, sin intentar dogmatizar sobre el tema, entiendo algo pero no soy un experto ya que al tema le afectan muchos factores y tiene varios agentes implicados, pero si ver si las personas que estamos en el ajo tomamos conciencia del problema y vemos si somos capaces de ponerle algo de solución.


1) Ausencia total del conejo: pura presencia testimonial
2) Las liebres equivocan su ciclo
3) El problema de la perdiz
4) Las migratorias
5) La paradoja del zorro
6) Dos invitados cada vez más abundantes: el meloncillo y la gineta
7) Algunas anomalías: becadas y codornices
8) La climatología
9) Escasez general de la caza menor
10) La juventud debería aprender a cazar
11) Conclusiones

1) Ausencia total del conejo: pura presencia testimonial

Este animalito ha sido desde los tiempos más remoto uno de los principales representantes de la geografía española, hasta tal punto de que la península ibérica llegó a recibir el sobrenombre de “tierra de conejos”.  Debido a su abundancia se convirtió en la presa de un sinfín de predadores emblemáticos de la península: el lince ibérico, el águila imperial, el búho real, etc..., y de otros menos emblemáticos: zorro, gineta, meloncillo, etc...
Pero debido a distintas circunstancias, unas archiconocidas como las famosas enfermedades víricas, y otras no tan conocidas, la abundancia de antaño se trocó en la escasez de hogaño.
Creo que esta escasez del conejo se ha convertido, no sólo en Monesterio, sino también en cualquier otro coto de caza, en el principal problema cinegético. No es que los terrenos de la Sociedad Local se hayan caracterizado en tiempos anteriores por abundancia de conejos, pero sí que había los suficientes para satisfacer a cazadores y depredadores. Digamos que era un parapeto que servía para tener protegidas las otras dos especies principales de la menor: la liebre y la perdiz.


No se la razón por la cual el conejo no se ha recuperado en Monesterio de sus enfermedades, mixomatosis y NHV. Quizás habría que planteárselo al contrario: ¿por qué se recupera en otros sitios? ¿Por qué en otros su abundancia llega a constituirse casi como una plaga? Estos años atrás se veían conejos en primavera cuando comenzaban a criar y aunque después desaparecían como por ensalmo, siempre aparecía alguno que otro entre las piezas cobradas en las cacerías de la general en el otoño. Pero últimamente, hace dos o tres años, no se ve ninguno. Es verdad que debido a esta escasez, tanto los cazadores aficionados a esta pieza como los perros especializados en la misma están desapareciendo, pero por ello mismo podría esperarse que se recuperaran por descender la presión cinegética. Pues es todo lo contrario, cada vez se ven menos conejos. Igual está pasando en otros lugares donde se mataban cientos de ellos; me refiero a la Sierra Norte de Sevilla, ya comenté en la temporada pasada el fracaso de la jornada de descaste en Hamapega (Guadalcanal). No ocurre lo mismo con los conejos en otros lugares con escasez de monte y dedicados a terrenos de cultivo: olivares, viñas, frutales, etc... En estos lugares se están convirtiendo en verdaderas plagas: el mismo verano que estuve en Guadalcanal estuve invitado en la finca “La Coronela” de la campiña de Sevilla, ver foto, finca dedicada fundamentalmente al cultivo de cereales y olivar; era ya la cuarta cacería que se daba y en un par de horas por la mañana, al pasillo, sin perros, entre dos, cobramos 24.
En el conejo de monte se encuentra la salvación del resto de especies cinegéticas y no cinegéticas, algunas de ellas en peligro de extinción, precisamente debido a esta escasez. Ahí tenemos el caso del lince ibérico y en menor medida el águila imperial. La supervivencia de estas dos especies depende en un porcentaje bastante alto de la abundancia o escasez de este pequeño lagomorfo. De forma paralela y como ya hemos expresado anteriormente, de la abundancia del conejo depende la mayor o menor presión cinegética de las demás especies cazables. Pues bien, ningún cazador o ecologista con un mínimo sentido común se explica como el conejo está abandonado por la administración y se están gastando cientos de millones de euros en crías en cautividad de linces y águilas sin ningún sentido práctico o por los menos muy discutibles.
Está claro que la caza menor en Monesterio se encuentra en vías, sino de extinción, si de una situación bastante grave. Sólo nos queda un remedio a los cazadores, después de hartos de salir al campo para no ver nada: o cazamos de forma descafeinada, llámese suelta de especies de granja, o bien nos apuntamos a la montería. Esto puede que quizás sea relativamente fácil para los cazadores viejos que vemos en estas dos modalidades de caza una cierta comodidad, pero ¿qué les queda a los jóvenes y a aquellos que sientan sus primeros escarceos en una jornada de caza al salto acompañado de perros? Una cosa es cierta, la caza no está en a mejor de las situaciones para crear afición, muy al contrario, está provocando abandonos temporada a temporada. El futuro de la caza menor no es nada halagüeño.
De cualquier forma, el porqué de la escasez del conejo en unos sitios y su abundancia en otros, será cuestión de análisis para otra ocasión.